Isidro ESNAOLA
DONOSTIA
LA LACRA MUNDIAL DE LA CORRUPCIÓN

Responsabilidad de Londres en los flujos de dinero negro

Más de 300 economistas de 32 países enviaron una carta al Gobierno británico urgiéndole a que aprovechara la cumbre contra la corrupción y los paraísos fiscales que tuvo lugar ayer en Londres para realizar movimientos significativos en la lucha contra estas jurisdicciones especiales. En esa misiva, recordaron al Ejecutivo de Londres que, además de ser el anfitrión de la cumbre, tiene una notable responsabilidad en el problema, puesto que aproximadamente un tercio de los paraísos fiscales del mundo se encuentran en territorios bajo su dominio, como territorios de ultramar o territorios dependientes de la Corona.

Entre los economistas firmantes de la carta destacan el premio Nobel de Economía del año 2015, Angus Deaton; el director del instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, Jeffrey D. Sachs; o la profesora de Economía Latinoamericana de la Universidad de Tulane, Nora Lustig. Entre los más cercanos destacan el profesor de la Escuela de Economía de París y autor del libro “El capital en el siglo XXI”, Thomas Piketty; el exparlamentario navarro Juan Carlos Longás; la economista del colectivo Novecento de la Universidad Complutense, Bibiana Mendialdea; o el expresidente del Banco Hipotecario de España Julio Rodríguez López.

Estos economistas constatan que la existencia de paraísos fiscales no aumenta ni la riqueza ni el bienestar global. Esas jurisdicciones benefician solamente a personas ricas y corporaciones multinacionales. El beneficio que consiguen es a expensas de otros y, por lo tanto, «sirven para que aumente la desigualdad.»

«Como revelan los papeles de Panamá –continúa la carta–, el secreto que proporcionan los paraísos fiscales alimenta la corrupción y mina la capacidad de los países para recaudar la parte de los impuestos que corresponde». A pesar de que todos los países sufren este perjuicio, su distribución no es equitativa, siendo los más pobres los que proporcionalmente sufren un daño mayor, perdiendo «al menos 170.000 millones de dólares anualmente».

Los firmantes explican que tienen diferentes puntos de vista sobre los niveles óptimos de tributación y sobre la proporción entre impuestos directos e indirectos o entre tributos personales y corporativos. No obstante, todos ellos están de acuerdo con que estos territorios distorsionan el «funcionamiento de la economía mundial» y, en tanto en cuanto permiten operar con reglas diferentes a los ricos y a las corporaciones multinacionales, «amenazan el estado de derecho, que es un ingrediente vital para el éxito económico.»

Consideran estos economistas que es necesario un acuerdo global para «levantar el velo del secreto que rodea a los paraísos fiscales» con cuestiones como informes públicos país por país, incluidos los paraísos fiscales. Asimismo, recuerdan que el resto de estados también tiene una responsabilidad haciendo pública la información relativa a los propietarios y beneficiarios reales de las empresas y corporaciones.

Terminan la misiva citando a Adam Smith, que escribió que los ricos «deberían contribuir al gasto público no solo en proporción a sus ingresos, sino en algo más que en esa proporción». Los paraísos fiscales no tienen, por lo tanto, ningún propósito económico útil.

Los sucios secretos de Londres

En este mismo sentido, “Financial Times” publicó ayer un largo artículo de su investigador Tom Burgis con el elocuente título “Dinero negro: los sucios secretos de Londres”. El autor señala que Gran Bretaña, junto con los territorios dependientes de Islas Caimán y Bermudas, es el mayor jugador mundial en el ámbito de la evasión fiscal.

Tomando como ejemplo la actividad del banco suizo BSI, muestra que las autoridades británicas no estaban interesadas en perseguir el fraude puesto que la mayoría de los clientes de los servicios que ofrece en la City no son británicos y, por lo tanto, no están defraudando al «Tesoro británico, sino a las haciendas de Ucrania, Nigeria o Pakistán».

Según el autor, la lógica que guía a las autoridades es que «se les puede reprochar que ayuden a lavar dinero», pero al mismo tiempo están «atrayendo activos de votantes acomodados». Afirma, no sin cierta ironía, que las fortunas rusas puede que tengan «lazos con Putin, pero también traen futbolistas importantes a la Premier League».

Continúa su razonamiento señalando que algunos críticos a la actitud de Londres perciben una «razón cínica en la aparente renuencia de las autoridades británicas para contrarrestar los flujos de dinero sucio en Gran Bretaña. Son, después de todo, precisamente eso: flujos de dinero hacia el Reino Unido».

Así las cosas, el autor del artículo concluye preguntándose «si realmente hay alguien en Gran Bretaña interesado en limpiar la ciudad (‘the City’)».