Iñaki LEKUONA
Periodista

Reforma laboral

Por mucho que los políticos prometan empleo, los puestos de trabajo no los da la política. Aunque no es menos cierto que la política nos da trabajo, y mucho, sobre todo cuando nos lo quita, como sucedió con los recortes de Sarkozy que Hollande se comprometió a revisar. No sólo lo ha hecho, sino que se ha propuesto reformar la Ley Laboral con tan mano derecha que la izquierda se frota los ojos sin creerse lo que ve, que no es otra cosa que un paso atrás en las conquistas sociales del último medio siglo. Las manifestaciones, la oposición parlamentaria incluso en el seno su propio partido y las huelgas han conmovido tanto a Hollande, que finalmente ha optado por un artimaña legislativa para sacar adelante su proyecto de Ley. Es lo que tiene la democracia, que uno vota y otro decide, generalmente en beneficio de las grandes empresas. Y sucede aquí, en Francia, como en Europa, paraíso de transparencia donde los acuerdos comerciales con EEUU son diáfanos como el petróleo. Menos mal que hay políticos cristalinos como el vicepresidente del parlamento francés, acusado de acosar a una compañera de partido, o el simpático ministro de Finanzas que ha reconocido haberle sobado el culo a una periodista. Estos sí que trabajan duro para ofrecer puestos de trabajo: los suyos. Dimitir, esa sería una verdadera reforma laboral.