Pablo CABEZA
BILBO
Entrevista
ZALOA URAIN Y HARITZ LETE
VOZ Y BATERÍA DE KOKEIN

«Queríamos que fuera nuestro disco más rockero y más distorsionado»

Kokein celebraba el año pasado sus quince años de actividad con una «buena» comida y la preparación a la vista de «Lurpekhariä», su disco más rockero y aguerrido. Un álbum enchufado que nos devuelve a un grupo al que se le echaba de menos. El quinteto presenta disco hoy en la plaza Unzaga de Eibar.

“Luperkhariä” recoge en vinilo más compacto (incluido con el 33 rpm) la obra más inmediata, eficaz y directa de Kokein. Rock denso fresco y sucio. Intenso trabajo rítmico desde el foso para que las guitarras lo emborronen todo con mimo y crudeza. Y sobre el maremoto lanzado por Jatsu Argarate, Iker Saenz de Zaitegi, Ruben Txitxes y Haritz Lete la áspera y dúctil voz de Zaloa Urain, una de las mejores gargantas que ha conocido el rock vasco.

”Ohi duen bezala” es el primer músculo del disco. Avisa que no habrá piedad a pesar de la melódica voz de Zaloa mientras describe diferentes caminos. Sobre un riff “fumeta” se construye “Larruak”, un tema oscuro con una fantástica melodía con varios giros afortunados. “Beste behin” saca a Led Zeppelin y el hard-rock-blues del local de ensayo, pedazo de corte vena a vena. Lete reparte mamporros precisos en la densa y metálica “Errealitate aukeratuak”. “Lakatza” es pasión, demolición sentimental y física. En directo tiene que ser un infierno. “Errealitate aukeratuak” asfixia de menos a más a ritmo medio. La voz recuerda a Aurora Beltrán. “Hil artean” será otro hito en directo. El ritmo pesado, machacón, se acompaña de una de las melodías más pegadizas y hermosas del disco. Un corte que no cesa en elevarse, ascender. “Leperkhariä” se despide caminando con zapatillas. Va suave, se lanza y regresa. Lloran las guitarras. retoma, se lanza con Zaloa rompiéndose el alma y mostrando lo grande que es. Y muere.

Aquellos primeros días. Cerca de Kokein.

Zaloa Urain: Recordar fechas no es lo mío, pero ese año es difícil de olvidar, 1999. Txitxes, Jatsu y yo acabábamos de conocernos participando en la grabación de un cantautor eibarrés. Fueron las primeras veces que compartimos riffs, miradas, melodías, emociones y sensaciones. Todo esto ocurrió en los mismos locales de ensayo en los que todavía seguimos hoy [Legarre]. En aquella época cada uno llevábamos años tocando en diferentes bandas y buscando nuestro propio camino. ¡Quién nos iba a decir que aquella participación nos llevaría 15 años después a estar hablando de nuestro quinto disco! No recuerdo quién incitó a quién, lo que recuerdo es la conexión que sentimos al instante, el brillo que teníamos en los ojos cuando medio de extranjis asomaba lo que después sería nuestra primera canción, aquella sensación que hoy en día aún nos dura cuando suena en el local un riff con el que sentimos que algo puede ocurrir. Con el tiempo cambiamos de batería y de guitarra. Y cuando Lete primero y al tiempo Iker llegaron a Kokein la conexión fue impresionante, nos dimos cuenta de que ya teníamos todos los pedazos del pastel. Aún hoy nuestra pasión por la música perdura y nos hemos convertido en una familia. Una banda que llevamos quince años compartiendo nuestra mayor pasión y ahora mismo más enérgica, fuerte y unida que nunca.

Han transcurrido cuatro años desde «Zain». Han tocado algo en eléctrico y bastante en formato acústico, abordando curiosas versiones.

Z: Estos últimos años hemos combinado conciertos eléctricos con acústicos. Este es un formato en el que también nos sentimos muy cómodos. Yo he tomado parte en grupos acústicos, al margen de Kokein, y es un registro en el que aun siendo mucho más desnudo me siento muy cómoda y bien arropada por dos artistas como Jatsu e Iker. Ha sido un placer versionar nuestras canciones, cambiarlas, jugar con ellas y asimismo poder interpretar canciones de otras bandas que nos llevan acompañando algunas mucho tiempo y otras menos, pero con las que tantas sensaciones hemos vivido. Ahora mismo lo que más deseamos son los conciertos en eléctrico con la banda al completo con volumen y fuerza, pero los conciertos en acústico nos acompañarán siempre.

Es un disco muy rockero, voltaico. El mejor plantado y el más intenso. Como si las cosas hubiese estado muy claras y sabiendo qué se quería transmitir y cómo.

Haritz Lete: Cuando empezamos a componer las canciones nos planteamos qué tipo de disco queríamos hacer porque en otras ocasiones hemos ido más a la deriva, pero esta vez queríamos definir más la dirección del nuevo disco aunque siempre mantenemos el espectro muy abierto a la hora de componer y nos quedamos con lo que nos gusta o nos transmite más. Esta vez lo que teníamos claro es que queríamos que fuera el disco más rockero y más distorsionado hasta la fecha. A pesar de que han pasado cuatro años desde “Izan” somos una banda bastante constante en cuanto a ensayos y prácticamente todo el trabajo de composición lo hacemos en el local. No somos de los que curran mucho en casa y teniendo en cuenta que no nos dedicamos a esto, la circunstancia deriva en que el proceso de creación sea un poco más lento. También tuvimos que ponernos una fecha límite para meternos un poco de presión porque llevábamos una época relajada.

¿Se regresa con ganas de implicarse al máximo o con el relajo de los últimos años?

L: Volvemos sobre todo con ilusión. Hemos planteado este disco como algo de lo que queremos disfrutar. Ni nos vamos a hacer ricos ni nos va a solucionar la vida, pero lo que tenemos claro es que queremos disfrutar. No tenemos una prisa especial por hacer cosas, pero sí de hacerlas lo mejor posible y con intensidad interior. La vara ya la dimos con el primer ep tocando en cualquier sitio que se nos presentaba. Intentaremos tocar todo lo que podamos, pero sin obsesionarnos. Esta última temporada mucha gente pensaba que lo habíamos dejado y en eso hemos basado el título. Hemos estado ahí abajo, escondidos como si de un submarino o búnker se tratase pero siempre vigilando la superficie y trabajando a nuestro ritmo. Es una especie de toque de atención: ‘¡Eh! Estamos bajo tierra, pero estamos aquí todavía! ¡Vivos!’.

Idea que recoge la esplendida portada.

L: El diseño y la portada es de Mikel Larratxe “Izukari” y estamos encantados. Es un artista y ha plasmado perfectamente lo que queríamos. Partiendo del concepto del submarino o urpekaria, y entendiendo que Kokein hemos estado ahí debajo trabajando nuevos temas, pero sin perder de vista lo que ocurría en la superficie, le hemos dado una vuelta y surge un concepto nuevo, subterráneo o 'Lurpekhariä'. Izukari lo ha personificado en una mujer, Lurpekhariä, que sale de debajo de la tierra, haciéndose sitio para reivindicarse.

Dentro del rockerío del disco, la más pop, con diferentes texturas, es «Gaur», donde Lete se anima a cantar. ¿No sabe que no le puede hacer la competencia? Bueno, no sale mal parado, como tiempo atrás.

L: jajaja !Es lo que tiene ser un sinvergüenza y un inconsciente! Casi siempre he cantado en los discos de Kokein, pero esta vez quizás con algo más de presencia en esta canción. “Gaur” es un tipo de tema diferente respecto a lo que hemos hecho hasta ahora, contiene distintos caminos entrelazados y cierta frescura.

Z: No existe ninguna competencia, y eso que entre cantantes y sus egos debe ser complicado (jijiji). Lete siempre ha cantado en Kokein. Aunque esta vez tiene más presencia, tanto por ‘Gaur’ como por el proceso de creación. Hemos apostado, con gran acierto, por trabajar juntos muchas melodías antes y durante la grabación y creo que el mutuo enriquecimiento se nota. Nos conocemos muy bien, trabajamos muy a gusto juntos y me siento muy cómoda buscando y probando diferentes registros, diferentes métricas… Además soy fan de Cobra [Lete es parte de la banda] e intento conseguir que me dejen colaborar (jijiji).