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ROMA

El partido de Renzi quiere Ejecutivo de transición y ley electoral nueva

El presidente Sergio Mattarella comenzó ayer oficialmente las consultas que deberán derivar en un nuevo Gobierno que suceda al del dimisionario Renzi. Su partido, el PD, es el que tiene mayor representación en el Parlamento. El diputado Gianni Cuperlo (PD) defendió que «hace falta un Gobierno de transición para llevar al Parlamento una nueva ley electoral». El dimisionario primer ministro Matteo Renzi, entretanto, se mantiene en funciones.

La primera ronda para atajar la crisis de Gobierno abierta tras la dimisión de Renzi fue de carácter institucional ya que Mattarella no recibió a los partidos sino al presidente del Senado, Pietro Grasso, y a la de la Cámara de los Diputados, Laura Boldrini.

Las entrevistas tuvieron lugar en el palacio romano del Quirinal, sede de la Jefatura del Estado, y en esta sesión inicial Mattarella también recibió a su predecesor, Giorgio Napolitano, actualmente senador vitalicio. Ninguno de ellos realizó declaraciones tras el encuentro, que se celebró a puerta cerrada y rodeado de gran expectación.

Mattarella afrontará una vertiginosa agenda hasta mañana, cuando las rondas terminarán tras convocar a representantes de un total de 25 partidos con representación en el Parlamento. Con todos ellos Mattarella, antiguo juez del Constitucional, tratará de atajar la situación surgida tras la dimisión de Renzi. Su idea es formar un Gobierno que continúe con la legislatura al menos por un tiempo y evitar así convocar elecciones anticipadas, debido esencialmente al problemático sistema electoral vigente en el país.

En Italia rigen dos leyes electorales distintas para la Cámara de los Diputados y para el Senado y, mientras que la que afecta a esta última fue declarada inconstitucional en 2013, el Constitucional prevé pronunciarse sobre la otra el 24 de enero. Por eso el objetivo del nuevo Ejecutivo será reformar el sistema electoral vigente o impulsar uno nuevo, algo en lo que los partidos no se ponen de acuerdo. También se muestran divididos sobre el proceso que el país deberá afrontar para salir de esta situación.

Renzi, que ayer condujo hasta Florencia para pasar el día en familia, ha abogado por un Gobierno conformado por todos los partidos o convocar elecciones. El diputado del PD Gianni Cuperlo defendió ayer que «hace falta un Gobierno de transición para llevar al Parlamento una nueva ley electoral».

El vicepresidente de la Cámara Baja, Luigi di Maio, del populista Movimiento Cinco Estrellas, resumió la posición del partido: «No hace falta Gobierno para elaborar una ley electoral. Renzi ha dimitido, continúa en funciones, se suma al calendario del Parlamento la reforma de la ley electoral, se espera a la sentencia del Constitucional y se convocan elecciones». Di Maio defiende celebrar comicios el mes de febrero.

 

Un país convaleciente que continúa sin ser competitivo

Renzi prometió en 2014 cambiar su país para que fuera competitivo. Pese a haber protagonizado una aplaudida batalla contra la austeridad exigida por la UE y de representar a uno de los países más solidarios con los inmigrantes, muchas de sus promesas no las pudo cumplir.

Después de mil días de Gobierno, el PIB aumentó el 1,6% y el consumo de los hogares un 3%, mientras que el inmenso déficit público se redujo sólo 0,4 puntos. Con un crecimiento del 0,8% este año, Italia sigue cojeando con respecto al resto del bloque. El problema básico es la constante pérdida de competitividad.

Otro problema estructural de la economía italiana es la debilidad de sus bancos: hay muchos y han acumulado una enorme cantidad de préstamos dudosos, cerca de 360.000 millones de euros. Frente a esa situación, el titular de Economía puso en marcha la consolidación de las cooperativas de crédito. Los propios bancos han creado un fondo de ayuda, el fondo Atalante. Pero sus recursos son limitados y los bancos ya han advertido que no tienen la intención de continuar arrimando el hombro. 

A pesar de la oposición de los sindicatos y sectores de izquierda, el gobierno Renzi aprobó en 2015 la Ley del Empleo, una reforma del mercado laboral que facilitaba despedir al trabajador y favorecía que las empresas contrataran «indefinidamente». GARA