EL MUNDO TRAS BARACK OBAMA

Como todo presidente de la primera potencia mundial, los ocho años de mandato de Barack Obama han dejado su impronta en la arena internacional. Este mapamundi pretende ser un resumen, como todos incompleto, de las posiciones de su Administración en distintos escenarios, sin olvidar su papel en la gestión, en algunos casos minimización, en otros, exacerbación, de las principales crisis que asolan al mundo.

Obama y los Castro rompen un tabú y avanzan hacia el fin del pasado

Obama previó el agotamiento de la fórmula punitiva contra Cuba, vigente más de medio siglo e incapaz de doblegar a una isla que siempre ha sido más soberana que socialista. Los Castro, sobre todo Raúl –con el aval de un retirado pero hasta noviembre vivo Fidel– percibieron, inteligencia revolucionaria cubana, que tenían que aprovechar el momento Obama. Lo demás, mediación de la Iglesia católica, escenificación en los funerales por la muerte de Nelson Mandela... fue el necesario envoltorio de un acuerdo que aún queda por culminar (falta el fin del bloqueo). Como lo evidencia la irrupción de un Trump lastrado acaso por la gusanera republicana.

Latinoamérica siempre será patio trasero, con Obama o sin él

El golpe de Estado blando que forzó en 2009 el derrocamiento y el exilio del presidente electo y legítimo de Honduras, Manuel Zelaya –quien cometió el «crimen» de intentar refundar el país con una nueva Asamblea Constituyente– vino a demostrar que para EEUU, esté quien esté al mando, Latinoamérica debe ser su patrio trasero y Honduras, una república bananera tutelada por Washington. De poco sirve destacar el papel de Hillary Clinton en la asonada «legalista». Era la secretaria de Estado de Obama. La responsabilidad es suya.

Un presidente no militarista pero sí intervencionista

Obama aplicó desde un principio el modelo jeffersoniano de apuesta por cambiar EEUU desde dentro (cierre frustrado de Guantánamo, socialdemocracia versión USA) antes de forzar cambios en el exterior. Lo que conjugó con una visión wilsoniana, que se ha traducido en una intervención sin complejos, aunque no en el plano directamente militar, en las cuestiones internacionales. Siempre desde la perspectiva de liderar un modelo superior. Rusia es el ejemplo.

Del premio Nobel a defender a una UE en crisis existencial

Obama despertó, si cabe, mayores expectativas en Europa que en su propio país, lo que evidenciaba ya la orfandad política del Viejo Continente. El premio Nobel de la Paz en 2009 al jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses fue el sumum de ese entusiasmo ingenuo. En esa línea, Obama, como todo presidente estadounidense –por lo menos hasta ahora–, ha abogado por apoyar a una UE alineada y subsumida a la estrategia de EEUU. Apoyó a Bruselas ante el Brexit. Fue una derrota anticipatoria del triunfo de Trump.

Querer y no poder, triste balance ante Netanyahu

Habría que remontarse muy atrás en la hemeroteca para descubrir una relación tan tempestuosa entre un presidente de EEUU y un primer ministro israelí (Netanyahu). La Casa Blanca nunca ha entendido la labor de zapa del actual gobierno sionista contra la opción de los dos Estados. Y preparaba una propuesta de negociación que doró con las mayores ayudas militares a Israel de su historia. La victoria de Trump hundió sus planes. Los palestinos, como siempre, a la intemperie, y esperando lo (todavía) peor.

Un avispero que rompió el francés

Frente a algunas tesis imperantes, no fue EEUU el que impulsó la instrumentalización de la revuelta contra Gadafi, sino la Francia de Nicolas Sarkozy, interesado en callar la voz de quien, a cambio de hacerse perdonar sus pecados «antiimperialistas», le financió sus campañas, y deseoso de pasar página a su elocuente apoyo al dictador tunecino Ben Ali. Ello no obsta a que el asalto al consulado USA de Bengasi y el linchamiento de su embajador en 2012 fue uno de los momentos más críticos de su primer mandato, de la mano de su secretaria de Estado, Hillary Clinton.

La relaciones bilaterales entre EEUU y Rusia, un frío glacial

Tras anunciar a su llegada al poder un reseteado en las relaciones de EEUU con Rusia y alcanzar algunos acuerdos en torno al desarme, el mantenimiento de la presión sobre lo que Rusia considera su patio trasero (Ucrania, escudo antimisiles en Rumanía, Polonia) y la determinación rusa de renovar sus ansias imperiales, no ya regionales sino mundiales, ha provocado que las relaciones bilaterales atraviesen un momento glacial. Obama ha reaccionado con virulencia a la derrota demócrata, que imputa al ciberespionaje de Moscú.

Estatu kolpearen aurrean amore eman behar

Ameriketako Estatu Batuen eta mundu musulmanaren arteko harreman gaiztoak sendatzearen alde agertu zen Obama Kairoko Al Ahzar Unibertsitatean 2009an eman zuen hitzaldi historikoan. Handik urte eta erdira Arabiar Udaberria hasi zen eta, hasierako zalantzen ondoren, matxinadak babestu zituen Etxe Zuriak Tunisian eta Egipton. Azken herrialde honetan Anaia Musulmanek irabazi zituzten hauteskundeak, baina militarrek estatu kolpea eman zuten 2013an. Hasieran aho txikiz kritikatu zuen arren, azkenean amore eman zuen Obamak Al-Sissi mariskalak Errusiarengana hurbilduko zela mehatxatu ondoren. Kontua zera da. Amore eman arren, Al-Sissi eta Putin Errusiako presidentea aliatu gero eta estuagoak direla. Azkenean ezertarako.

Un acuerdo histórico con un enemigo histórico

Con Irán decidida a reivindicar su estatus nuclear y tras años de negociaciones infructuosas y de guerra sucia y sabotajes por parte de Israel para impedirlo –con la ayuda de los servicios secretos estadounidenses– no eran pocos los que auguraron durante años una nueva guerra en Oriente Medio. Resulta que erraron, ya que Obama y el presidente «reformista realista» iraní, Hassan Rohani, firmaban en 2015 un acuerdo por el que Irán renunciaba al arsenal nuclear a cambio de asegurarse su uso civil. EEUU iniciaba el deshielo (fin de las sanciones) con un enemigo histórico desde la revolución, a la postre islámica, de 1979 y el destronamiento del Sha Reza Phalevi.

Falta total de estrategia ante una guerra devastadora y devoradora

La gestión de Obama ante la guerra siria es criticada desde todos los ángulos. Desde los que le acusan de financiar y ayudar a los rebeldes (e incluso al ISIS) hasta los que le reprochan cobardía por no haber atacado a Damasco una vez que dio por bueno que había cruzado la línea roja del uso de armas químicas en el bombardeo a un barrio rebelde en el extrarradio de la capital siria en verano de 2013. Esta última decisión fue quizás la única de carácter estratégico que ha tomado Obama. renuente a otra aventura militar en Oriente Medio, en Siria. Porque, por lo demás, EEUU se ha encontrado con que el relevo rebelde al régimen de Al Assad no sería acaso ya islamista sino incluso salafista. A Obama no le ha quedado otra –aunque le honra– que apoyar a los kurdos en su solitaria lucha contra el ISIS y la democracia.

ISISen kalifatoa aurpegian lehertu zaio Irakeko gerran

Iragarri bezala, 2011-2012an eszenaratu zuen Obamak tropen erretiroa –«aholkulariak» eta komando bereziak izan ezik–. Hala ere, Estatu Islamikoak (ISIS) 2014an iragarri zuen kalifatoak hankaz gora jarri du plan guztia eta dagoeneko 4.600 soldadu ditu Pentagonoak herrialdean –misio berezietarako taldeak kontuan hartu gabe–. Etxe Zuritik atera baino lehen ISIS Mosuletik bidaltzeko asmoa zuen Obamak. Azken nahi hori ere ezin izan du bete.

Txina Obama faltan botatzen hasia da

Ekonomia arloan lehia bizian baldin badaude ere, AEBen eta Txinaren arteko harremanek ez dute gorabehera handirik izan zortzi urte hauetan, bi potentziak azpijoko diplomatikoan aritu diren arren, batez ere Pazifiko itsasoaren kontrolaren inguruko lasterketan. Obamak nahiko harrera ona jaso zuen Hu Jintao presidentearen aldetik eta bere ondorengo Xi Jinpingekin batera klima aldaketari aurre egiteko Parisko akordioa berretsi zuen G20koen bileran, iazko irailean. Xik ez du inola ere maite Obamaren Administrazioaren «aldarrikapen demokratikoa» eta Trumpen garaipena begi onez hartu zuen. Ez ote da damutu honezkero?

Ni la ejecución de Bin Laden mitigó el desastre de EEUU en Afganistán

Cuando Obama llegó a la Casa Blanca y prometió que retiraría a sus tropas de Afganistán había 100.000 soldados estadounidenses en el convulso país centroasiático. Ocho años después, y pese a las sucesivas retiradas, la Casa Blanca se ha visto obligada una y otra vez a atemperar sus planes y 8.400 militares continúan en Afganistán. Lo que ese incumplimiento revela es que la guerra afgana, lejos de terminar, está más «viva» que nunca, con los talibanes controlando un tercio del país y con la amenaza del Estado Islámico, que ha aprovechado su predicamento para forzar algunas deserciones y anunciar una wilaya del califato en el este del país. La guerra que inició George W. Bush en 2001 tras el 11-S se convierte en un «agujero negro» y ni la ejecución extrajudicial del histórico líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, en una ciudad paquistaní en 2011 ni el uso masivo de drones por orden de Obama en la guerra a la red han supuesto arreglo alguno. Afganistán, desde 2001, era otra cosa, más allá de Al Qaeda, Bin Laden, ISIS...

El presidente Duterte agria los últimos meses del presidente USA

Pocas cosas habrán robado sueño al presidente estadounidense en los últimos meses como los desplantes de Rodrigo Duterte, elegido en mayo presidente de Filipinas, hasta hace poco una colonia de Washington. Duterte «El Castigador» reaccionó airado y con exabruptos a las críticas de la Casa Blanca por su política de exterminio contra el narco. Pero, más allá de sus insultos, el nuevo líder filipino está protagonizando un acercamiento a China –está dispuesto a renunciar a sus reclamaciones territoriales a cambio de ayuda económica de Pekín– y flirteando incluso con Rusia, uno de cuyos destructores acaba de recalar en el puerto de Manila. ¡Si el general Douglas MacArthur se levantara de su tumba...!