EEUU

Rusia mueve piezas en el tablero mundial

Rusia ha regresado con fuerza a la escena internacional. Y lo ha hecho conjugando la inteligencia de su diplomacia –heredera de la era soviética y personificada en Serguei Lavrov– con la contundencia nostálgica y seudoimperial de Putin.

La utilización inteligente y desacomplejada de ambos elementos le ha permitido aprovechar los errores geoestratégicos de bulto de EEUU y las vías de agua abiertas en el modelo democrático liberal para reivindicar con éxito lo que considera su espacio vital (Crimea, Cáucaso...) como para permitirse horadar la primacía de EEUU en Oriente Medio, e incluso más allá...

Trump aspira a afrontar a China pactando con Rusia, pero sin peajes

Más allá de los mensajes contradictorios de Trump y de su nueva Administración, todo apunta a que su intención sería formalizar un acuerdo como el que Kissinger firmó en los 70 con Mao, pero a la inversa. Se trataría ahora de neutralizar a China, como entonces a la URSS, acordando con su aliado-rival (entonces la China maoísta, hoy la Rusia putiniana). La idea es buena, pero incluiría ceder a las pretensiones de Moscú no solo en Oriente Medio sino en Europa. ¿Demasiado?.

Serbia personifica su ira contra EEUU glorificando a Putin (Putinovo)

La popularidad de Putin en Serbia es inversamente proporcional al odio que despierta Occidente. Por contra, los EEUU de Trump están ganando enteros a ojos de una comunidad, la serbia, que no olvida los bombardeos de la OTAN y la pérdida de Kosovo. Y ya no es solo que pequeños pueblos como Adzinci hayan decidido rebautizarse como Putinovo (lugar de Putin). La OTAN acusa a las comunidades serbias o proserbias en Bosnia y Montenegro de ser una quintacolumna rusa.

Putin sigue poniendo picas en Flandes en los países del centro-este de Europa

El panmagiar primer ministro húngaro, Viktor Orban, es uno de los principales valedores del presidente ruso. Esta misma semana le ha recibido con todos los honores -es el sétimo encuentro entre ambos en siete años– y ha abogado por el fin de la «política antirrusa» en la UE en pleno realineamiento internacional. Los nuevos presidentes de Bulgaria, Roumen Radev, y de Moldavia, Igor Dodon, son a su vez partidarios de profundizar relaciones con la Rusia de Putin.

Del apoyo por delegación a la extrema derecha de la UE al abrazo sin tapujos

Lo que antes era una relación de Rusia con los partidos de extrema derecha a través de testaferros (el partido títere Rodina, bancos rusos financiando al FN francés) se ha convertido en un abrazo sin tapujos, el último entre Rusia Unida, de Putin, y el austríaco FPÖ en diciembre pasado. A los ultras y neopopulistas el inquilino del Kremlin les pone. Este les utiliza como ariete en su pugna con la actual UE. Pero, ¿es simple cálculo táctico o hay algo más? ¿Coincidencias preideológicas?

La llegada de Trump reaviva el conflicto militar en el Donbass

La llegada a la Casa Blanca de Trump ha coincidido con los mayores enfrentamientos entre Ejército y paramilitares ucranianos contra las milicias prorrusas del Donbass. Putin acusa a Kiev de lanzar una ofensiva más allá de la línea del frente de la localidad de Avdiivka para llamar la atención de la nueva Administración. La llamada de atención a Moscú de la nueva embajadora de EEUU en la ONU parece darle la razón. Kiev insiste en acusar a Rusia y en exigir la implicación de Occidente.

Alianza de conveniencia con Pekín y guiños a Tokio y Manila

Rusia mantiene una fluida relación con China, más debida a la caracterización de ambos gigantes asiáticos como alternativa multilateral a EEUU que por conveniencia. Y es que Moscú recela del empuje irresistible y amenazador (Siberia) de su vecino. Pero Rusia no se queda quieta y, sin olvidar que sus alianzas podrían cambiar ante unos EEUU dialogantes o simplemente aislacionistas, abre el juego con Japón (negociaciones sobre las Kuriles) y flirtea con la Filipinas de Duterte, a quien invitó a subir a un destructor ruso que atracaba en Manila en enero.

El apoyo ruso al golpista Al-Sissi presagió su desembarco en la región

Rusia vio una oportunidad de oro en la crisis de la «primavera árabe» egipcia para ganar posiciones en Oriente Medio. Los EEUU de Obama, quien había aceptado el triunfo electoral democrático de los Hermanos Musulmanes, no podían apoyar abiertamente un golpe de Estado que vino acompañado de una feroz represión. Putin, conocido por su recelo ante todo lo que huela a islam político y su escasa escrupulosidad en materia de derechos humanos, aplaudió al general golpista Al-Sissi, agraviado por las críticas occidentales, y le ofreció un apoyo total, incluso militar. A día de hoy, y en paralelo al creciente abandono de El Cairo por parte de sus valedores árabes, Arabia Saudí y Emiratos, Rusia se ha convertido en el principal sostén del régimen egipcio. Oportunidad y riesgo, dada su deriva política y económica..

Rusia coquetea con los talibanes afganos para debilitar a Occidente

Rusia ve en los talibanes a los rivales del ISIS y su wilaya en el este del país y a una guerrilla que controla un tercio del país y supone un desafío al control de Afganistán por parte de Occidente. De la mano de Irán –que siempre ha mantenido canales abiertos con los talibanes– estos últimos se han reunido varias veces con responsables rusos en Tayikistán y Moscú. Las malas lenguas hablan de cargamentos de armas rusas que cruzan la frontera y que habrían permitido a los talibanes conquistar temporalmente Kunduz. 40 años después de la invasión soviética de Afganistán.

De general gadafista defenestrado a «hombre de Moscú» en plena descomposición de Libia

Caído en desgracia ante el linchado líder Gadafi tras la campaña en Chad y cooptado por la CIA en su exilio en EEUU, el general Jalifa Haftar llegó a Libia al calor de la revuelta que fue luego atizada por Occidente. En pleno caos, lideró una alternativa apoyada por Egipto y las satrapías del Golfo y ha devenido en «hombre de Moscú». Viaja a la capital, visita el portaaviones Mariscal Kuznetsov y envía a Rusia a sus heridos de guerra. Y con su ayuda puede convertirse en el líder de Libia.

Hito estratégico que resitúa a Rusia en Oriente Medio

Con su intervención militar directa en Siria, Rusia ha logrado apuntalar a un régimen sirio que se tambaleaba y propiciar la derrota militar de unos rebeldes que se desangran en su bastión de Idleb luchando contra Al Qaeda. Frente a los que en Occidente planeaban dejarle sin su base militar en el Mediterráneo, Rusia vuelve con fuerza a Oriente Medio y su ascendiente sobre Al-Assad, y sobre su presente y futuro, es total. Con permiso, eso sí, de Irán.

Entente de dos viejos rivales: Putin y Erdogan

Ambos heredaron a principios de este siglo dos países en crisis herederos de imperios barridos por la historia. Y ninguno de ellos se conforma con el estatus quo impuesto por Occidente. Hasta hace un año eran enemigos acérrimos y se cruzaban acusaciones de trazo grueso, lo que recordaba la histórica rivalidad entre los imperios otomano y zarista. Pero la grave crisis de Turquía, coronada por el fallido golpe de Estado de julio de 2016, le ha arrojado en brazos de la Rusia de Putin.