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MÚNICH-ORLANDO

La Casa Blanca promete un nuevo decreto migratorio sin aportar precisiones

El secretario de Seguridad Nacional de EEUU, John Kelly, defendió ayer el decreto migratorio suspendido por la Justicia y garantizó que la nueva orden ejecutiva que contempla Trump será «más ajustada» que la primera y que no dejará varado a nadie en los aeropuertos.

En una intervención ante la Conferencia de Seguridad de Múnich, Kelly afirmó que la nueva orden garantizará, por ejemplo, que si una persona está en tránsito hacia EEUU, en otro país o volando, cuando lleguen podrá entrar en territorio estadounidense. Preguntado por si se podía asumir que quienes poseen un permiso de residencia permanente, la denominada green card, podrán entrar en el país, Kelly señaló que es «una buena suposición».

No dio más detalles, pero Kelly subrayó que el objetivo de la orden es estudiar si los siete países afectados –Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Irán y Yemen– son «fiables», «y no lo son mucho», agregó.

Kelly aseguró que al Gobierno le sorprendió que la Justicia suspendiera la primera orden, que cancelaba durante 120 días la entrada de refugiados en el país y la concesión de visados a esos siete países de mayoría musulmana. Recordó que esa medida era temporal y que su objetivo era tener tiempo para analizar los problemas de seguridad que presentaban esos países, que podían ser «explotados por los terroristas». Un problema, según explicó, es que EEUU no cuenta en ellos con servicios de inteligencia que le den información fiable sobre las personas que quieren viajar y pueden representar un riesgo. Dos de los países de la lista, destacó, no cooperan con Estados Unidos y en cuatro de ellos no hay ni Embajada estadounidense.

Mientras Kelly defendía el paralizado decreto, Trump tenía previsto protagonizar un acto público en Florida, retomando el modo campaña, para reconectar con sus bases fuera de Washington tras un tormentoso primer mes de Gobierno.

Tras una rueda de prensa el jueves llena de quejas que planteó interrogantes sobre su temperamento, el magnate regresaba a sus bases y se atenía al libreto. El viernes estuvo en una fábrica de Boeing, donde «celebró» los empleos estadounidenses, uno de los temas que machacó durante la campaña electoral que lo catapultó a la Casa Blanca. «Estamos aquí hoy para celebrar la ingeniería estadounidense y la fabricación estadounidense. Y también (...) para celebrar los empleos», lanzó un sonriente Trump delante de una multitud entusiasmada que gritaba «¡Estados Unidos, Estados Unidos!» en un inmenso hangar del constructor aeronáutico en Charleston, Carolina del Sur (sudeste del país).

Washington pone el foco en Caracas

Estados Unidos aumentó ayer la presión sobre Venezuela, al exigirle «un proceso democrático» y la liberación de los «presos políticos». Se trata del tercer movimiento del Gobierno de Donald Trump hacia Caracas en una semana.

En un comunicado del Departamento de Estado, demandó la excarcelación de las «más de cien» personas presas en Venezuela «por sus convicciones políticas», entre las que citó al líder opositor Leopoldo López, que ayer cumplió tres años en prisión. El miércoles, su esposa, Lilian Tintori, se reunió en la Casa Blanca con el presidente estadounidense, Donald Trump. Ambos posaron para los medios.

Dos días antes, su Administración impuso sanciones económicas al vicepresidente venezolano, Tareck El Aissami, a quien acusó de narcotraficante.

Ayer cientos de personas se manifestaron en Caracas para exigir la puesta en libertad de López, condenado a 14 años de prisión.

En la marcha, Tintori dio las gracias a Trump y a los presidentes y exmandatarios que la han recibido.GARA