El PNV, siquiera para un rato
El acuerdo entre PNV y PP para sacar adelante los presupuestos de la CAV y, de paso, abrir la puerta a otro nuevo arreglo en las cuentas de Madrid, no ha supuesto una sorpresa que destroce ilusiones de país. Más bien se trata de una confirmación, una crónica anunciada y esperada, un gesto natural entre fuerzas iguales que comparten los mismos intereses y el mismo ADN político. Siempre he manifestado una gran incredulidad ante cualquier simulacro de acercamiento de los jeltzales a posturas que impliquen un cambio en el actual estatus administrativo y económico de Euskal Herria. La historia nos narra que sobre ellos ha prevalecido y prevalece esa cosa tan sencilla como es ser, por encima de todo, una fuerza de derechas que siempre trabajará por mantener los privilegios económicos del capital. Una verdad tan vieja como el mundo y tan cierta como las políticas neoliberales que viene ejecutando su gobierno, que se reflejan en los presupuestos y explican su reciente apoyo, en el Congreso español, a la liberalización de los estibadores. Y así se nos pasan las legislaturas, confiando y aplicando desde la izquierda posibilismos que no ayudan a transformar la realidad de un país que, tras nueve años, sigue acosado por las secuelas de la crisis. Disculpen las compañeras que no piensan como yo, pero no me gusta la compañía del PNV ni siquiera para un rato.

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