Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «La decisión del rey»

Antes del discurso del rey

Noruega como tal, es decir, como la conocemos ahora, es un país muy joven. Apenas pasa del siglo de edad, pues consiguió su última independencia en 1905, año en el que además, su parlamento eligió al príncipe Carlos de Dinamarca como rey propio. Un altísimo honor, por mucha sangre azul que tenga uno corriendo por sus venas, pero a la vez una gravísima responsabilidad. Más aún durante uno de los períodos históricos más convulsos de Europa.

Cuando quiso darse cuenta, esa nación recién nacida se vio envuelta en la Primera Guerra Mundial, conflicto que logró esquivar bajo la bandera de la neutralidad... táctica que no resultó en la siguiente Gran Guerra. “La decisión del rey” nos sitúa en ese punto. En 1940, en el momento en que las tropas nazis emprenden la invasión del país escandinavo.

Ante la magnitud colosal de los eventos descritos, el director Erik Poppe apuesta por un punto de vista diminuto, el de una sola persona, eso sí, cuyo destino está directamente ligado al de millones de otros seres humanos. Casi toda la acción del film orbita alrededor de la figura de Haakon VII, monarca al que da vida con solvencia Jesper Christensen. Las pocas escenas de combate contrastan con la carga mucho mayor de los intentos diplomáticos para intentar resolver el conflicto. Es en este juego de escalas donde la propuesta gana en interés. Al principio como crónica histórica; después como retrato íntimo de ese involuntario protagonista histórico. En la primera faceta, la película se sigue con el interés pero sin la pasión que exigen las circunstancias. La narración es nítida, pero en lo fundamental se siente coja sin el innoble recurso de los títulos explicativos. Es en la segunda, en el acercamiento al rey, que Poppe se muestra más afinado, dando en este sentido una clase maestra de cómo tratar un relato colectivo sin perder de vista la proporción del individuo.