María Nieves Rego habla de su expareja de baile

El cine musical o coreografiado, sobre todo cuando está hecho dentro del género documental, sirve para mostrar las conexiones que hay entre el sentido del ritmo melódico y la vida. En “Un tango más” el baile de salón se convierte en una extensión de esa propia existencia, avanzando en paralelo a ella, o incluso llegándose a solapar la una y la otra. Los conflictos artísticos y los vitales forman parte de un todo, ya que el tango hay que bailarlo en pareja. Tradicionalmente, es el hombre el que lleva a la mujer, por lo que dicha actividad se presta aún más si cabe a una revisión histórica de las consecuencias emocionales que va acarreando a lo largo de los años para la mujer que tiene que seguir y amoldarse a los pasos marcados por su partenaire masculino. Y encima se le exige a ella una conjunción perfecta de movimientos, como si los bailarines, independientemente de su rol sexual, solo fueran uno.
Una octogenaria Maria Nieves Rego salda cuentas con el pasado, oficiando como conductora de esta docuficción, en la que su pareja de baile Juan Carlos Copes juega, ahora sí, un papel secundario. A pesar de que bailaban juntos, cuando empezaron a triunfar en los años 50, a su estilo se le llamó Copes. A nivel humano era así, porque la ambición artística era cosa de él al cien por cien. En las entrevistas ella deja claro que se le unió porque estaba enamorada, y más allá de la pista de baile no fue correspondida, viéndose traicionada y engañada.
Esto explica que siguieran profesionalmente activos hasta el año 1997, aunque para entonces ya habían dejado de ser pareja sentimental. Y nunca perdieron la compenetración en sus coreografías, porque dicen que el tango es la danza que mejor expresa las relaciones de amor-odio. Copes basaba parte de su éxito en la espectacularidad del número en el que bailaban subidos sobre una pequeña mesa, algo que a la Rego le provocaba un gran desequilibrio.

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