Pablo CABEZA
BILBO

Los Rolling Stones, analizados canción a canción al detalle

Un «tocho» sin desperdicio de 750 páginas a tamaño folio, «Rolling Stones. La historia detrás de sus 365 canciones», recoge la historia de los Stones siguiendo la pista de sus interpretaciones, tanto la de los discos editados desde Gran Bretaña como de los estadounidenses, ya que no siempre coincidían en los primeros años del grupo. La revisión canción a canción y elepé a elepé es exhaustiva y estructurada, lo que facilita la lectura. Además de numerosas imágenes.

Dos kilos seiscientos gramos pesa el recién nacido “Rolling Stones. La historia detrás de sus 365 canciones” (Blume). Extraña la cifra tan anual, pero según los autores es la suma de todas las canciones grabadas por los Stones, incluidas las diferencias de contenido entre los primeros elepés según se publicaban en Gran Bretaña o en Estados Unidos, así como canciones tomadas en directo que nunca aparecieron en discos de estudio, aquí se puede hacer un poco de trampa. No obstante, de lo que no cabe ninguna duda es de que Philippe Margotin y Jean-Michel Guesdon se han documentado en profundidad para explicar la historia de estos 365 títulos, así como abierto en canal cada canción para analizarla.

El libro, para no resultar agotador o inabarcable, dada su amplitud, se estructura con lógica. Cada canción con su génesis y realización, así como una llamada de atención a modo de destacado libre, más varias fotos.

También se analiza el global o el significado de cada disco por secciones: el álbum, la carátula, la grabación, los instrumentos y, de nuevo, ese pósit con una singularidad.

De esta forma, el voluminoso tomo se asimila con facilidad y se leen con prontitud aquellas canciones que más puedan interesar en una primera revisión. Para esta cuestión se pueden proponer dos soluciones: pasar páginas y percatarse del título o acudir al práctico índice, donde, de paso, además de aparecer los títulos, también se hallarán diferentes nombres propios citados en el libro.

Inicios

«Un 7 de abril de 1962, en el escenario del Ealing Club, en el centro de Londres –describen Margotin y Guesdon–, un joven guitarrista de cabello rubio que parece que ha salido de un cuadro renacentista se lanza con la introducción de ‘Dust my broom’, un blues de las profundidades del delta del Mississippi. Su slide se desliza sobre las cuerdas de su Hofner Committee. El sonido es extraño y cautivador. Se llama Brian Jones. En la sala abarrotada y llena de humo, dos músicos jóvenes disfrutan con la ejecución de Brian: Mick Jagger y Keith Richards. Los tres comparten la misma pasión por el blues de Muddy Waters, Howlin’ Wolf, Jimmy Reed, Lightnin’ Hopkins... y deciden unir su destino musical». «Un mes después, Ian Stewart, un pianista conocedor de los ritmos tónicos del boogie-woogie, se une a ellos; más tarde llegan Bill Wyman y, al final, Charlie Watts. Los Rolling Stones acaban de nacer y, con ellos, una de las más extraordinarias y excitantes historias musicales del siglo XX», afirma la pareja.

Mayo de 1963. En Londres, cinco músicos con caras desencajadas y ojerosos por las infinitas noches que han pasado reproduciendo los acordes y los riffs mágicos del inacabable Chicago blues se afanan en grabar su primer single: “Come On”. Los escritores afirman: «¡No pueden ni imaginarse que ese primer vinilo va a sellar su destino y dará el pistoletazo de salida al grupo más grande de rock’n'roll de la galaxia!».

Canciones

Breve repaso a un póker de títulos representativos del legado de los Stones y de cómo orientan su trabajo Philippe Margotin, novelista, consultor de colecciones y columnista, y Michel Guesdon, editor, productor, ingeniero de sonido y músico, quien se ocupa de la parte más técnica del análisis de las canciones.

Se abre la partida con una de las canciones más emblemáticas de los Rolling Stones “Sympathy for the devil”. Se cuenta: «¿Se inspiró Mick Jagger en Baudelaire o quizá en otro escritor francés para ‘Sympathy for the devil’, como se desprende de la entrevista que concedió a ‘Rolling Stone’ en el año 1995? Parece que la letra se le ocurrió después de haber leído ‘El maestro y margarita’, de Mijaíl Boulgakov, por iniciativa de Marianne Faithfull. Inspirándose en el Fausto de Goethe, acerca la vida de Cristo a la del artista soviético con el telón de fondo de los arrestos arbitrarios y los internamientos siquiátricos». En líneas posteriores señalan que hay dos ideas clave de la novela de Boulgakov que aparecen en la canción, que empezó titulándose ‘The devil is my name’, a saber: la inversión de valores y la confusión entre realidad y apariencia. «El diablo se presenta como un hombre de bien, mientras que toda la pasma son criminales y todos los pecadores son santos. Cristo en persona es mencionado por sus penas y por sus momentos de duda». Y matizan: «Durante el Armagedón, el mal sale triunfante. El mal es Lenin y los bolcheviques, el mal es el nacionalsocialismo, son los que han permitido que mataran a los Kennedy. Desde ese punto de vista, el mensaje de ‘Sympathy for the devil’ no es muy diferente al de ‘Jumpin Jack Flash’: el ideal de paz y amor y el espíritu de ‘AlI you need is love’ han muerto antes de haber vivido; la realidad de la década de 1960 es la guerra de Vietnam, la primavera de Praga aplastada por las tropas del pacto de Varsovia y violencia».

Otra de las composiciones más seductoras de los Stones es “Sister morphine”. La dupla de escritores apunta: «La canción cuenta las extrañas percepciones de un hombre que ha tenido un accidente y lo han llevado al hospital. El alcaloide del opio produce sus efectos. El pobre hombre se pregunta por qué el médico no tiene cara y suplica que la droga que le han inyectado transforme sus pesadillas en dulces sueños. En la última estrofa, le habla a la prima cocaína, que entra en juego en los últimos momentos del protagonista en este mundo: ‘Sé que de madrugada estaré muerto’, canta Jagger en un tono fatalista. Mick compuso esta canción en 1968 durante una estancia en Roma». Con respecto a la letra cuentan que Keith afirmó en la revista “Life” que “Sister morphine” lleva la marca de Marianne, «ellos estaban viviendo juntos». Sin embargo, más adelante, Jagger afirma que Marianne solo escribió un par de frases.

Sobre la hermosa “Wild horses”, el post de cabecera de la página apunta: «Keith Richards compuso ‘Wild horses’ tras haber permanecido varias semanas en Redlands con Gram Parsons, miembro de los Byrds que le hizo descubrir los diferentes universos de la música country. Parsons grabó ‘Wild horses’ como guitarrista para el álbum de los Flying Burrito Brothers ‘Burrito deluxe’, unos años antes que ‘Sticky fingers’». Ya en el análisis o génesis de la canción el dueto expone: «‘Wild horses’ es una nana para su hijo Marión, porque cada vez le costaba más separarse de él cuando tenía que irse de gira. Pero la pluma de Mick le dio otro matiz. Marianne Faithfull confesó que ‘Wild horses couldn’t drag me away’ (‘Los caballos salvajes no me podrán llevar arrastras’) fueron las primeras palabras que pronunció en el hospital, delante de Mick, cuando despertó tras seis días en coma después de una sobredosis». Pero según el cantante de los Stones, “Wild horses” no tiene nada que ver con ella. Sin embargo, los analistas señalan que la pareja se estaba distanciando, por lo que podía haber cierto rencor en Jagger.

En “Life”, de nuevo, Keith Richards revive cómo surgió “Jumpin’ Jack Flash”: «Mick y yo volvíamos de pasar una noche en blanco y fuera llovía. Oímos el ruido de las botas de mi jardinero, Jack Dyer, cerca de la ventana. Esto despertó a Mick. Le dije: ‘Oh, es Jack, Jumping Jack’. Mick dijo: ‘Flash’ y nos encontramos con este encadenamiento de palabras que tenían ritmo y sonaban bien. Así que nos pusimos a ello y la escribimos».