Amparo LASHERAS
Periodista

Por qué no desisto...

Esta tarde, cuando llegue al alto de Altube, pensaré que es la misma carretera, los mismos árboles y caseríos y, también, en la infinidad de veces que he recorrido esta autovía en dirección a Bilbo. Los viajes se entremezclan unos con otros. Distintas horas y días para reivindicar algo en alguna de las muchas manifestaciones que, a lo largo del tiempo, se han celebrado en Bilbo. A esa altura, en Altube, el frío siempre es de color gris, igual que la niebla. Hoy, 13 de enero, como todos los años, se ha convocado una manifestación por los derechos de las presas políticas. 300 prisioneros dispersados en 64 cárceles diferentes de los Estados español y francés. Intento contar los años en que he acudido a esta marcha, pero no puedo. Sé que son demasiados, más de veinte. Recuerdo la que se convocó un día de Nochevieja, llovió tanto que me calé hasta los huesos. Sin embargo, a pesar de la intensa lluvia, la manifestación fue multitudinaria, solidaria y militante en cada frase que gritamos y en cada paso que dimos. Hoy vivimos otro tiempo y me pregunto por qué sigo acudiendo, cuál es mi razón para no desistir. La respuesta política daría lugar a un largo debate. En cambio, compañeras, la que me sale de dentro es vieja y sencilla y cabe en dos ideas, libertad y solidaridad, porque la cárcel, igual que la opresión, continúa siendo «fría y oscura».