Ingo NIEBEL
CRISIS POLÍTICA EN ALEMANIA

El SPD decide sobre la Gran Coalición entre temores y rumores

El congreso extraordinario del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en Bonn decide mañana si su cúpula debe iniciar o no las negociaciones sobre un pacto de gobierno con la canciller en funciones Angela Merkel. La cúpula ha buscado apoyos, mientras la base se va decantando por el no. Además, hay rumores de un golpe contra su presidente.

El SPD y su presidente, Martin Schulz se enfrentan al dilema shakespeariano del «ser o no ser». Sobre la mesa está ante todo, pero no sólo, la decisión de si el veterano partido socialdemócrata debe negociar su entrada en lo que podría ser la tercera Gran Coalición con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel. Hace una semana el SPD llegó a un preacuerdo con la CDU y su socia regional, la Unión Social Cristiana (CSU). Schulz lo consideró una «una buena base» para pasar a la ronda de negociaciones. Quien esperaba que la convención en la antigua capital alemana sería un formalismo se podría llevar una sorpresa porque varios factores hacen difíciles prever el desenlace e incluso algunos medios de comunicación vaticinan que podría haber incluso un «golpe» partidista contra el presidente.

La última vez ocurrió en 1995 cuando el SPD se deshizo de forma fulminante de su jefe. En el congreso de Mannheim, Oskar Lafontaine lanzó un discurso combativo con el que llegó al alma de los delegados y se presentó como candidato sorpresa alternativo al presidente Rudolf Scharping, quien después de sólo 28 meses en el cargo tuvo que pasar a segunda fila.

La historia no se repite y la política no conoce automatismos. Sin embargo, tras sólo un año frente al SPD Schulz se encuentra en una situación parecida a la de Scharping. Hace un año se hizo sorprendentemente con la presidencia, desbancando a Sigmar Gabriel. Acto seguido subió en las encuestas que durante un par de semanas le mantuvieron incluso por delante de Merkel. En primavera empezó una constante caída, en picado habrá que decir, que en las elecciones generales de se tiembre le deparó el peor resultado jamas obtenido por el SPD, el 20% de los votos. Si se repitieran los comicios este domingo, llegaría sólo al 18,5%, según los peores augurios. Ahora cunde el pánico entre sus camaradas. Además Schulz ha tenido que aceptar que Gabriel no sólo lidere el ranking del político más simpático de Alemania, sino que incluso los votantes del SPD prefieren que el ministro de Exteriores en funciones siga ejerciendo el cargo de vicecanciller.

Schulz es en parte responsable porque el mismo día de las elecciones y sin ninguna necesidad proclamó que la Gran Coalición como modelo se había acabado por voluntad de los votantes, y que el SPD pasaría a la oposición. Sin consultar al partido, instaló a Andrea Nahles como jefa del grupo parlamentario en Berlín y ésta prometió a la CDU que «a partir de mañana vamos a por vosotros» Nada de eso ocurrió porque después de que fracasaran las consultas sobre un tripartito de la CDU/CSU con el Partido Liberaldemocrático (FDP) y los ecologistas Verdes, el presidente de la República, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, instó a Schulz a que diera un giro de 180 grados.

Desde entonces, el líder de los Jóvenes Socialistas (Jusos), la organización juvenil del SPD, Kevin Kühnert, lidera la campaña «#NoGroKo». «El SPD tiene su destino en sus manos», asegura el diario sensacionalista Bild. Los Jusos son la cantera del SPD y por lo general la ejecutiva les concede cierto grado de rebeldía para que futuros dirigentes adquieran perfil político antes de que, como Nahles, suban en la jerarquía y se adapten al posibilismo político. Se estima que los «rebeldes» contra la línea oficial puedan sumar el apoyo del 30% de los delegados pero, dadas las circunstancias, nadie se atreve a apostar por el resultado final.

Esta semana, Schulz ha hecho todo lo posible para convencer a los comités regionales y a sus delegados. Ha pasado dos días con el suyo, el de Renania del Norte Westfalia, porque enviará 144 de los 600 delegados que votarán en el congreso. Los comités de Berlín y Sajonía-Anhalt, que suman 29 votos, han rechazado la GroKo, mientras que Hamburgo (15 delegados) la respalda. Algunos socialdemócratas quieren renegociar partes del preacuerdo. Desde la CDU/CSU no se ha tardado en rechazar semejante idea.

Las bases temen otra coalición con Merkel porque las dos anteriores diezmaron el partido. Y los 153 diputados del SPD tienen razones suficientes para temer por sus escaños en el caso de que el no a la GroKo no desemboque en un gobierno en minoría de la CDU/CSU, sino en elecciones anticipadas.

Para evitar este extremo, el viernes Schulz se dirigió por escrito a sus afiliados. En una entrevista al semanario “Der Spiegel” advierte de que unas elecciones anticipadas obligarían al SPD a presentarse con un programa muy similar al preacuerdo con la CDU/CSU.

Esta crisis del SPD es sólo la punto del iceberg que esconde la pregunta principal: Para que se necesita aún a una socialdemocracia que hace 18 años abrió el camino a la política neoliberal y cuyo electorado tradicional se hunde por el declive de antiguos sectores industriales y el emergente mundo digital y ante una nueva derecha que, a pesar de su programa neoliberal, se lleva parte del electorado socialdemócrata y de izquierda.