Raimundo Fitero
DE REOJO

El talento

Si me preguntas qué es el talento, podría decirte sin remilgos que talento eres tú o que talento es lo que tienen algunos aunque no tengan talante. La palabra talento ha germinado en todas las parrillas televisivas aunque sea de manera no endémica, sino invasora. Cualquier espacio en donde se busque el entretenimiento a partir de las capacidades de los concursantes en hacer algo singular, imitativo, reiterativo, espectacular o regenerativo, le colocamos la palabra por delante o por detrás, y nos queda muy vendible. El talento. ¿A cuánto está el kilo?

Digo esto porque existe algo parecido al contratalento, que debe ser el trabajo, la persistencia, el esfuerzo, los ensayos, la preparación, el estudio. Parece que con tener talento, basta. Y no es así. Y si no que se lo pregunten a Falete, que estuvo con Bertín, pero que ya no cuela su singularidad. O a los de OT, que están rozando números extraordinarios de audiencia y no hacen otra cosa que repetir lo de siempre, pero con más preparación en todos los sentidos.

Decía lo de contratalento y pensaba en M. Rajoy. Y quizás sea injusto: tiene un talento innato para ser un mangante que no se despeina ni en sus correrías propagandísticas caminando para aparecer en el telediario. Inaugurar un simulacro de AVE y que se retrase casi el doble, es de premio. Confundir ese invento con un avión, es de estudio patológico. Mantener a Zoido y su cuadrilla en Interior y la DGT es una muestra de estrategia búlgara inconfundible.

Igual te digo: no sé si lo de Puigdemont es talento, talante, hisopo radioactivo o el principio promocional de un Xiquet de la Calçotada. Lo suyo sería poco si no existiera una estructura judicial española empeñada en convertir todo lo que toca en una chirigota gaditana de política garbancera chabacana.