Jon Iraundegi retrata la vida en la carretera de Willis Drummond
Hace décadas, el fotógrafo de conciertos se encontraba prácticamente solo o en pareja en la primera fila disparando al grupo de la noche. Iniciado el nuevo siglo, y sobre todo la presente década, lo habitual es que tres, cuatro y hasta ocho cámaras retraten lo que ocurre encima de un escenario. La fotografía se hizo mayor y con ella la llegada de un numeroso grupo de fotógrafos, entre los que se encuentra Ion Iraundegi, autor del libro «Willis Drummond».

La editorial Banizu Nizuke publicaba hace unos años el primer libro de Jon Iraundegi (Irun, 1967), “Euskal rock ikus puntu bat”, en el que el autor repasa parte de la escena musical vasca con su buen ojo fotográfico y un buen número de kilómetros acumulados. No obstante, desde hace un decenio el fotógrafo iruindarra se fija en Willis Drummond, a quienes decide seguir como biógrafo visual y con la aquiescencia de la banda, lo que le permite entablar amistad y retratarles en otros ambientes que no sean específicos del concierto.
La conclusión física de este largo encuentro con el grupo es un libro titulado “Willis Drummond” que contiene más de 200 imágenes tanto de los Willis actuando como en camerinos o durante el viaje. Además de aportar comentarios de los diferentes componentes que ha tenido la banda. La portada es acartonada y serigrafiada, el pack incluye, además, un single con dos canciones inéditas: “Ta gu munduan “ y “6ak ta laurden”, dos temas de aire rockero, sencillas y directas y que también se venden independientemente del libro desde el bandcamp del grupo.
Respecto a la edición de “Willis Drummond” es adquirible desde www.banizunizuke.com. Una editorial muy singular.
Iraundegi no proviene de una familia de fotógrafos, pero su primera experiencia con una cámara sí es familiar: «Al primer concierto al que fui llevé la cámara del Aita (una Zeiss Ikon), ya entonces estaba obsesionado con dejar inmortalizado el concierto, uno de AC/DC. En casa siempre ha habido vinilos, así que había un cierto ambiente musical. Además, sobre todo en casa de mis primos, escuchábamos vinilos de los Beatles y algunos otros de época.
La fotografía de conciertos es la disciplina más notoria en la biografía de Jon, pero también es un fotógrafo curioso. De hecho, en los conciertos de Willis Drummond es habitual verle colocar una GoPro (cámara de video de dimensiones muy pequeñas) en algún sitio estratégico, así como utilizar una cámara adecuada para filmarles desde la “trastienda”. «Me centro en la fotografía musical, aunque he hecho trabajos de retrato para discos de Ekiza y Pantxoa Carrere. Últimamente me interesa el mundo del video, de hecho hice el videoclip de la canción del último trabajo de Pantxoa “Sinesten dut” junto con Félix Martín».
Picotear de escenario en escenario es lo habitual y no tanto, entre nosotros, seguir a un grupo con fidelidad, biografiarlo desde una lente, género muy común en otros países con mayor arraigo musical. Sin embargo, Iraundegi es uno de los escasos ejemplos locales de fotógrafo de “grupo”. «Sí , ya antes de seguir a Willis tenía en mi mente lo interesante que sería seguir a una banda en todas sus facetas. Al final surgió la oportunidad con una pedazo de banda, tanto encima del escenario como debajo. La confianza con el grupo te ofrece el poder fotografiarles en momentos no habituales o desde lugares del escenario poco comunes para cualquier fotógrafo. De todos modos, te reconozco que no soy de estar todo el rato con la cámara en la mano. No quiero ser el pesado de la cámara, jajaja». Cierto, con los Willis procura colocarse en lugares discretos, su presencia solo es visible si uno pierde la mirada del motivo principal y busca entre laterales. Pero también hay periodos de tiempos en los que “desaparece”. Un equilibrio que aplica con esmero y prudencia.
Acercamiento
Entrar en la dinámica de un grupo no es sencillo, requiere perseverancia y demostrar que uno se esmera tanto por el trabajo como por la música de la banda. Que desde arriba se perciba la presencia continua de un determinado fotógrafo es fundamental, pero también que se crucen otras circustancias, como encontrar un componente de la formación aficionado a la fotografía: «El contacto definitivo surge a través de Rafa Rodrigo, ya que los dos somos aficionados a la fotografía. Nos seguíamos en Flickr. En Euskal Herria Zuzenean de 2007 nos encontramos y me comentó que tocaban en la carpa. Fue verles y quedarme enganchado al grupo. Luego cada vez que tocaban por la zona de Irun intentaba ir. En 2012 Rafa [aún guitarra de la banda] me propuso ir con ellos en algún concierto. Pasó un cierto tiempo, hasta que le propuse si podía ser el Azkena Rock un punto de encuentro, me dijo que sí y ahí empezó todo. Y poco a poco me acogieron en el grupo».
Respecto a las características de la banda que más le atraían a Iraundegi destaca el poder de su directo. Ese primer encuentro en EHZ fue fundamental: «Antes del festival no conocía de nada al grupo, pero tras verles en directo, su escena me pareció tremenda.
Con la entrada en el grupo de Joseba Baleztena, la imagen y el directo de los Drummond adquiere un nuevo paisaje que no pasa inadvertido para nadie: «Sí, es cierto. Si ya Willis en directo eran brutales, con la llegada de Joseba visualmente se multiplicó su expresividad. Disfruto fotografiando a Joseba, en directo se trasforma».
Iraundegi trabaja en el bar Altzola de Irun, lo que le exige realizar numerosos equilibrios para seguirles. «Hago lo que puedo, no me queda otra. A veces los cambios de turno sí me toca de tarde y en fin de semana suelen ser muy difíciles, jajaja. Si son viajes largos y puedo pedir días, los pido. En la gira francesa que tocaron en el Olympia y posteriormente cinco conciertos por las salas Zenith, me pillaron en una época que estaba sin trabajo, así que fue posible seguirles».
El libro es amplio, más de 200 páginas, buen tamaño y más de 200 fotos. A veces, con las imágenes es preciso un punto de vista externo, en especial si se habla de un buen número de instantáneas. En este caso, se «negociaron» con Pablo Salgado (Banizu Nizuke). «Pero no han existido más intervenciones».
Revisando el libro se percibe que Iraundegi es fotógrafo que busca el momento por encima de todo, pero que no descuida ningún elemento, como las tomas naturales, a pie de carretera, momentos íntimos. «Hay un poco de todo, momentos potentes de conciertos como saltos, etc. Y luego la historia que hay detrás de la banda, del escenario. Lo que el público no ve. En este apartado hay imágenes desde divertidas hasta de relajo total. Un poco la realidad de la carretera, de la trastienda».
La fotografía de móviles es asequible económicamente, pero las cámaras réflex y sus objetivos son inversiones importantes, un sacrificio considerable. «Para cierto tipo de fotografía sí es importante tener un buen equipo con altas prestaciones y la fotografía de conciertos es una de ellas: objetivos luminosos, cuerpos que aguanten isos altos..., y todo eso se paga, claro. Después de varios modelos, ahora utilizo una Sony a7s. Me he pasado a las cámaras sin espejo. Tiene mucha calidad y pesa muchísimo menos que las réflex con espejo. Además graba video de gran calidad. Las focales que llevo son un zoom 24-70mm y, de vez en cuando, un 16mm de Nikon (aunque no me gusta abusar del 16».
Pasión por el blanco y negro: «Sí. pero no renuncio al color. Mis referentes fotográficos son de fotoperiodistas y tradicionalmente este ha sido el blanco y negro».

El Patronato del Guggenheim abandona el proyecto de Urdaibai

El PP amenaza con el exterminio político a EH Bildu y sin tener turno de palabra

El exalcalde de Hondarribia fichó por una empresa ligada a Zaldunborda

«Tienen más poder algunos mandos de la Ertzaintza que el propio Departamento»
