Un día después de los enfrentamientos entre migrantes más violentos que se hayan vivido en Calais, el Gobierno francés pidió ayer a quienes quieren cruzar a Gran Bretaña que no vuelvan a esta ciudad portuaria del norte de Francia. Cuatro jóvenes eritreos de entre 16 y 18 años seguían ayer entre la vida y la muerte tras haber recibido disparos.

La Policía buscaba ayer a un hombre de nacionalidad afgana, de 37 años, sospechoso de haber disparado contra los eritreos cerca del hospital de Calais, donde se llevaba a cabo una distribución de comida. «Algunos nos dicen que fueron varios lo que dispararon. Es un poco confuso», indicó la Fiscalía.

«Calais es un muro contra el que chocan quienes vienen aquí creyendo que van a cruzar a la otra orilla y acaban pasando meses aquí en las condiciones que conocemos», manifestó el ministro del Interior francés, Gérard Collomb, que se desplazó hasta el lugar. «El mensaje que quiero transmitir es que si quieren ir a Gran Bretaña, no es aquí donde hay que venir», insistió.

Desde el desmantelamiento de «la jungla», el número de migrantes cayó, pero varios cientos –unos 800 personas según las asociaciones, entre 550 y 600 según la prefectura– siguen acampando en los alrededores, en una situación de precariedad que las asociaciones denuncian con regularidad.

El Gobierno de Emmanuel Macron prepara un proyecto de ley sobre inmigración que los defensores de los migrantes denuncian como un endurecimiento de las condiciones de acogida.