Las relaciones entre Estados Unidos y Turquía están en un momento crítico y en peligro de colapsar definitivamente, según afirmó el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, antes de la visita del secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson.

Ankara y Washington, tradicionales aliados y ambos miembros de la OTAN, ya pasaban por dificultades en su relación desde el fallido golpe de Estado en julio de 2016. Ankara atribuye su responsabilidad a la cofradía del clérigo islamista Fetullah Güllen, exiliado en Estados Unidos, y cuya extradición reclama.

Pero lo que ha irritado especialmente a Turquía ha sido el apoyo de EEUU a las fuerzas kurdo-árabes en la guerra siria y el suministro de armas a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) que, lideradas por las YPG kurdas, combatían contra el Estado Islámico. Hasta que el pasado 20 de enero Turquía lanzó una operación militar en la que invadió el territorio sirio y trata de expulsar a las FDS del enclave kurdo de Afrin.

Turquía ha advertido a EEUU su intención de avanzar hacia Minbej, otra región kurda donde se encuentran militares estadounidenses de apoyo a las FDS.

La cuestión fue abordada el pasado fin de semana entre el portavoz de Erdogan, Ibrahim Kalin, y el consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, H.R. McMaster, en una reunión en Estambul en la que ambos insistieron en la «asociación estratégica a largo plazo» entre Ankara y Washington.

El tema también estará en la reunión de Tillerson con Erdogan y Cavusoglu. El ministro turco afirmó que las demandas de Turquía son «claras». «Esperamos medidas concretas de EEUU», añadió.