Arantxa MANTEROLA
BAIONA
Entrevista
URSOA PAROT
HERMANA DEL PRESO ION KEPA PAROT

«Estamos padeciendo una tortura lenta; lo digo sin victimismo»

El próximo jueves se sabrá si los jueces conceden o no la libertad condicional a su hermano Ion Kepa, encarcelado desde hace 28 años. Espera la resolución con cierta desesperanza porque, aunque finalmente se la acepten, las condiciones son muy duras: un regimen de semilibertad que, durante dos años, solo le permitirá salir de prisión para trabajar. Para ella, «a eso no se le puede llamar libertad».

En vísperas de conocerse el fallo del recurso interpuesto por la Fiscalía contra la decisión de los jueces de conceder la libertad condicional a su hermano Ion Kepa Parot que, a principios de abril, cumplirá 28 años preso, GARA ha recogido el testimonio de su hermana Ursoa. Vive con su madre, a punto de cumplir 91 años, a quien cuida con celo. «Hace diez años que no ve a sus hijos Ion Kepa y Unai [encarcelados en Muret y Puerto respectivamente]. Pongo mucho esmero en atenderla. Casi sé tanto como los propios médicos sobre su estado de salud. Mi esperanza es que viva lo suficiente para que pueda ver, por lo menos a uno de sus hijos, en libertad. Esa es su mayor ilusión y si pudiera cumplirse, sería como un bálsamo a tanto sufrimiento» manifiesta.

Considera que lo que están padeciendo todos estos años es una «tortura lenta»: «La palabra no es demasiado fuerte. Aunque sea tabú decirlo, nos están matando a fuego lento. Nuestros hermanos y toda la familia (como muchas otras familias de presos vascos) estamos atrapados en esta red de sufrimiento que parece no tener fin. Lo digo sin un ápice de victimismo, aunque sé que habrá quien no lo crea. Es la constatación de la realidad que vivimos y no exagero nada».

Es la quinta vez que Ion Kepa Parot, condenado a cadena perpetua, presenta una petición de libertad condicional. Lleva prácticamente doce años pidiendo que se la apliquen. Las condiciones para poder acceder a ella han ido endureciéndose como consecuencia de las múltiples reformas del Código Penal francés, en particular, las realizadas tras la multiplación de los atentados yihadistas.

De hecho, la decisión sobre esta última petición debía tomarse en diciembre de 2016 pero fue postergada por los jueces porque habían entrado en vigor nuevas condiciones para poder optar a la libertad condicional.

Condiciones durísimas

Ursoa Parot espera la resolución con cierta desesperanza: «Aunque finalmente se la concedan, las condiciones impuestas por los jueces son durísimas. Se trataría de un regimen de semilibertad. Durante dos años, –lo que llaman periodo de prueba– Ion Kepa solo podría salir de la cárcel para ir a trabajar como pintor en la construcción ¡a sus 67 años! y volver a la tarde al módulo de semilibertad de la cárcel de Seysses que tiene unas condiciones de vida peores que las actuales en el centro de cumplimiento. Los fines de semana tampoco podría salir del centro penitenciario. Para recibir visitas, lo tendría que hacer como hasta ahora, es decir, en la propia cárcel. En mi opinión a eso no se le puede llamar libertad de ningún modo», incide.

Además, explica que su hermano tiene prohibición de pisar los departamentos colindantes con Euskal Herria, con lo cual no podría desplazarse ni para poder ver a su madre. «Tendría que pedir autorizaciones especiales para ello, así como para tener permisos de salidas más allá de para ir al trabajo».

Al cabo de esos dos años, y en caso de que no hubiera ninguna infracción por parte del preso vasco, comenzaría lo que es en realidad la libertad condicional. En ese momento, el juez de aplicación de penas estipularía las condiciones en las que se llevaría a cabo (domicilio, trabajo, departamentos prohibidos, control judicial...) así como su duración. Según manifiestan sus abogados, al tratarse de una condena a perpetuidad, dicho periodo puede prolongarse hasta diez años.

Preguntada sobre el estado de ánimo con que afrontan todas esas opciones en perspectiva, Ursoa es contundente. «Para el Estado español y también para el francés, tanto mis dos hermanos como los otros dos compañeros detenidos al mismo tiempo [Frederik Haranburu y Jakes Esnal] son presos particulares, diría que ‘prisioneros simbólicos’ para los dos Estados. Por lo tanto, creo que harán todo lo posible para que no recuperen la libertad. Además, en caso de que concedan a Ion Kepa la semilibertad, pienso que no se debería ‘caer en la trampa’ de interpretarlo como una victoria o como un ‘acto de generosidad’ por parte del Estado porque, insisto, después de tantos años preso, cuando ya no hay actividad armada, cuando se ha manifestado a favor de la resolución y reconocido que también provocaron sufrimiento, imponerle unas condiciones tan férreas, eso no es libertad».

En consecuencia, la hermana del preso vasco no se proyecta a corto plazo en los pronósticos de un cambio en la política penitenciaria por parte de París de los que se está hablando en los últimos meses. «Según dicen, ese cambio empezaría por trasladar a los presos sin delitos de sangre a cárceles más cercanas a sus familias. Sé que la situación de los presos enfermos y también la de los que pueden optar a la libertad condicional están sobre la mesa pero, en el caso concreto de mi hermano y sus otros compañeros, no lo veo tan próximo. Tendría que cambiar mucho».

Claros de esperanza

A pesar de todo, Ursoa percibe algunas señales positivas en la situación general. «En estos momentos, veo que se abren unos pequeños claros esperanzadores porque se está sacando a la luz todo el tema de la tortura. En ese sentido, la reciente condena del Tribunal de Derechos Humanos al Estado español por los casos de Portu y Sarasola me parece importantísima. Desde pequeños en nuestra casa hemos estado confrontados a casos muy de cerca y todos tomamos conciencia de lo que supone la tortura. Mi hermano Unai lo sufrió en primera persona. Creo que todos estos sufrimientos también merecen ser reconocidos».

Entre los claroscuros de la dura realidad que la rodea, en el fondo Ursoa Parot también mantiene su recoveco de esperanza: «Cuando cambiamos de casa, cogimos una más grande. Tenemos dos habitaciones listas en espera».