Nagua Alba, Rosa Martínez y Eduardo Maura
Diputados vascos de Podemos y Equo
KOLABORAZIOA

Girauta en Gernika

Las sesiones de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados tienen algo de performance, sobre todo cuando para quien plantea la pregunta lo importante no es controlar la actividad del Gobierno, sino hacerse visible, cuando no viral, o simplemente disfrutar de unos minutos de gloria entre sus seguidores. Eso presenciamos el pasado miércoles cuando el portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, quiso atacar a Soraya Sáenz de Santamaría mezclando el debate sobre autogobierno en el Parlamento Vasco con la relación privilegiada del gobierno con el PNV. Es decir, mezclando un asunto que compete a toda la ciudadanía vasca con una estrategia de partido.

Toda vez que la llama catalana se apaga poco a poco, Ciudadanos busca un nuevo escenario para replicar la estrategia y consolidar su ascenso a nivel estatal, a costa del enfrentamiento, la manipulación y de dinamitar el debate territorial. Ciudadanos, en esto muy viejos políticamente, pone el punto de mira en Euskadi, no sabemos si con la intención de abrir por su cuenta y riesgo un «frente vasco». Durante dos minutos y medio, Girauta, sin preparación, sin nada que perder y nada que aportar en Euskadi, se dedicó a incendiar, intoxicar y mentir sobre el debate sobre autogobierno que estamos teniendo en el Parlamento Vasco. El resultado fue un combate con Sáenz de Santamaría por cuál de los dos partidos era más y mejor garante de la «unidad de España» y la «soberanía nacional». Una suerte de eterno retorno de lo vivido estos meses en Catalunya y con el debate sobre el Concierto y el Cupo.

Mientras Girauta hablaba, abundaban las sonrisas irónicas en la bancada del PNV. Muy lejos de ofenderse, disfrutaban animadamente del espectáculo, incluso contribuyendo al mismo con reacciones sobreactuadas. ¿Por qué no disfrutarlo? Ciudadanos les estaba regalando la oportunidad de presentarse como los garantes de la estabilidad en Euskadi ante la arremetida recentralizadora de la derecha estatal. Con un PP en Madrid que no va a dar disgustos en Euskadi a cambio del apoyo del PNV a Rajoy, y con un PP vasco convertido en socio del Gobierno Vasco, al PNV le conviene este giro antivasco de Ciudadanos.

¿Por qué? Porque señalarles como la amenaza para España y los valores de la derecha más rancia les otorga automáticamente el papel de defensores del autogobierno vasco. Pero también les lava la cara en Euskadi tras tanto tiempo apoyando a gobiernos de derecha. No olvidemos que el PP ha tenido a menudo posturas similares a las que ahora exhibe Ciudadanos sobre el euskera o el derecho a decidir y eso nunca ha sido inconveniente para que el PNV pactase a oscuras con los gestores de la «España que tan mal va», hasta el punto de cambiar, de la mano del PP, derechos por prebendas.

Quizá este sea un buen momento para recordar que PNV y Ciudadanos comparten grupo político y criterio de voto en el Parlamento Europeo. En realidad, cuando llega lo verdaderamente importante, PNV, PP y C’s se ponen de acuerdo sin problema: gobierno de las élites y beneficios económicos de las grandes empresas por encima de las necesidades de las personas.

La actitud carroñera de Ciudadanos es zafia e inaceptable. Intentar obtener rédito electoral enfrentando a la ciudadanía y poniendo en el punto de mira a las sociedades vasca y catalana, atacar la cohesión social, es una irresponsabilidad impropia de un partido, que según su propia hoja de ruta, aspira a gobernar un país. Sin embargo, a pesar de la indignación, no debemos caer en la doble trampa que supone la estrategia de Ciudadanos.

Por un lado, la trampa radica en identificar el autogobierno y la legitimidad de las instituciones vascas con el PNV. Ambas cosas son patrimonio de toda la ciudadanía vasca y son la base del pacto social y político que rige la convivencia en Euskadi. No son patrimonio de ningún partido político. Por tanto, el ataque indistinto de Girauta al autogobierno y a la política del PNV en Madrid es una ofensa a la sociedad vasca, hoy más plural que nunca y con una mayoría social de apoyo al autogobierno que supera ampliamente el electorado del PNV

La segunda trampa es que el enfoque de Ciudadanos es empobrecedor y reduccionista para Euskadi porque, implícitamente, obliga a la sociedad vasca a elegir entre ellos o los oscuros pactos entre PNV y PP. Obliga a elegir, que ya es decir, entre Rivera el Campeador y los gudaris jeltzales y sus pactos con Génova. Esta es una visión que no se corresponde con la Euskadi del siglo XXI y en la que resuenan épicas que ya no volverán. La pluralidad política vasca hace poco creíble este falso escenario a tres (PNV, Ciudadanos, PP), en el que el PNV se constituye en Partido Vasco Unificado. Nos negamos a aceptar que la alternativa sea una recentralización dura con Ciudadanos o una light con el PP, como pretende el PNV. Quien realmente pierde con este enfoque es Euskadi, pues se cierra la puerta a la alternativa que representamos otras fuerzas que, desde la defensa del autogobierno, poniendo lo social en centro, nos regimos por otros valores y criterios.

El debut de Girauta como portavoz de su partido en asuntos vascos es el escenario perfecto para este doble juego. Un juego peligroso en el que es posible llevarse las manos a la cabeza en el Congreso ante las barbaridades de Ciudadanos para días después cerrar acuerdos políticos y económicos con sus principales aliados (y competidores, al mismo tiempo). Todo ello aunque quienes pierdan en ese acuerdo sean, por ejemplo, nuestras y nuestros pensionistas, parados o trabajadores industriales.