Maite UBIRIA BEAUMONT
BAIONA

Ion Parot vuelve, tres décadas después, a Zuberoa, para despedir a su madre

Ion Kepa Parot, encarcelado, al igual que su hermano Unai, desde hace 28 años, fue llevado ayer desde la prisión de Muret a Altzuruku, localidad de origen de los Parot, donde pudo honrar, junto a familiares y amigos, a su madre, Antonia Navarro, fallecida días antes.

La localidad zuberotarra de Altzuruku acogió ayer tarde la ceremonia de despedida de Antonia Navarro Ortuño, madre de los presos vascos Ion Kepa y Unai Parot, fallecida la semana pasada a la edad de 91 años

Debido a las inclemencias del tiempo, el acto de despedida se desarrolló en una sala adyacente a la iglesia de la localidad y a la misma asistieron, además de la familia, buen número de amigos y allegados, que quisieron mostrar su cariño hacia una madre que en la última década no pudo ver a dos de sus tres hijos, por encontrarse estos encarcelados lejos de Euskal Herria.

La ceremonia pudo contar, finalmente, con la presencia de Ion Kepa Parot que, como su hermano Unai, ha cumplido ya 28 años en prisión. El primero en cárceles francesas y el segundo en prisiones españolas.

Ion Kepa Parot fue conducido desde la prisión de Muret para acudir a la ceremonia.

Tras casi tres décadas sin pisar tierra vasca, y en concreto Altzuruku, la localidad de la que es originaria la familia Parot, «se vivieron momentos de intensa emoción», según relató a GARA una de las personas asistentes al acto, en el que el preso estuvo apoyado por su hermana Ursoa, además de por las hijas de su hermano Unai.

Trayectoria vital

Fueron dos de sus sobrinas, Haizea y Oihana, las encargadas de relatar las vivencias de Antonia y su marido que, tras vivir en Argelia, donde nacieron Ion Kepa, Unai y Ursoa, vivieron en Tolosa (Occitania) antes de volver a Euskal Herria.

Tras ellas, tomaron la palabra varias personas más, para ahondar en el combate vital de Antonia y, al tiempo, aludir al contexto político de esa trayectoria.

Ya concluido el acto, Ion Kepa Parot acudió junto a su familia a depositar las cenizas de su madre al cementerio, ya en un acto privado tras el cual emprendió camino de vuelta a la prisión de la que debería haber salido en 2005, tras cumplir los 15 años de prisión requeridos para poder acceder a la libertad.

Parot, condenado a cadena perpetua y al que hace sólo un mes se le denegara la quinta petición de libertad condicional, al estimar el fiscal que su excarcelación podría provocar «alteraciones de orden público» se mostró en su corta visita a Altzuruku «tranquilo, cercano y agradecido» por el apoyo dado a su familia en un momento especialmente difícil, como es el del fallecimiento de una madre.

El preso labortano contó con un dispositivo de seguridad que testigos definieron de «bastante discreto», y que, según remarcaron a este diario, «no impidió en ningún momento que la gente pudiera acercarse a saludar a Ion Kepa y a darle un abrazo después de tantos años sin verle en Euskal Herria».