Irati Jimenez
Escritora
JO PUNTUA

Los otros

La tortura no se improvisa. Para torturar, las personas que, en algún momento, se alistaron en un ejército regular o una estructura de seguridad ciudadana, tienen que ver en la persona a torturar algo que no es una persona y para eso hace falta un largo proceso de deshumanización. A torturar se enseña. Y por lo tanto, a torturar, se aprende.

Todo esto lo dijo a lo largo de una brillante exposición sobre cómo atajar el problema de la prevalencia de la tortura Silvina Ribotta, profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III. Fue la semana pasada, en Madrid, durante las jornadas de prevención y denuncia contra la tortura que organizó ALA, la Asociación Libre de Abogadas y Abogados de España.

Fue una mañana interesante. Se habló de lo que ha ocurrido en Euskal Herria, pero también de centros de detención de inmigrantes, de las condiciones de los CIES, de los malos tratos policiales en las detenciones y de lo fácil que es para una sociedad mirar para otro lado y contribuir así a ese proceso de deshumanización que resulta imprescindible para mantener la tortura y la impunidad que la rodea.

Dicho de otra manera, la tortura existe porque a una gran mayoría de gente no le incumbe, no le importa, no le parece mal, no cree que le ocurrirá nunca. Existe porque prevalece en cada ser humano un espacio al que llamamos «los otros» en el que permitimos el abuso, porque nos permitimos pensar que «los otros» no son yo.

En la izquierda nos gusta presumir de superioridad moral cuando juzgamos a los que ven en otras razas o en otros pueblos una idea de otredad a la que humillar o avasallar. Pero todos tenemos dentro un espacio donde habitan los otros –los maltratadores, los violadores, los pederastas, los genocidas– y en esa intimidad que es la conciencia nos corresponde mirarles a los ojos y no desearles nada que no nos desearíamos a nosotras mismas. Porque los otros, de una manera que resulta a veces difícil de comprender y de aceptar, no son más que una orilla en este continente que somos todos.