El origen social en la violencia de los sicarios de Medellín

Tanto en su contenido como en su estilo, “Matar a Jesús” es una película deudora del neorrealismo de Víctor Gaviria y de la influencia que en el cine colombiano ha tenido la novela de Fernando Vallejo “La virgen de los sicarios”, llevada a la pantalla en el año 2000 por un europeo, por Barbet Schroeder. Esto da una idea del interés que suscitan a este lado del charco las películas sobre la violencia en Colombia, por lo que no es de extrañar que el segundo largometraje ficcional de la cineasta Laura Mora Ortega se llevara en Donostia el Premio de la Juventud. Previamente había realizado “Antes del fuego” (2015), dedicada a las víctimas del asalto al Palacio de Justicia. Pero prefirió eludir el tratamiento político de los hechos para decantarse por un tipo de simbolismo más poético, algo que no ocurre en su nueva propuesta, donde apuesta por el naturalismo en pos de la captación fiel de una realidad social que le toca muy de cerca, a pesar de las metáforas e iconografía sobre el sacrificio y perdón cristianos subyacentes desde el título mismo.
El guion de “Matar a Jesús” es autobiográfico, ya que Laura Mora Ortega se inspira en el asesinato de su padre a manos de un sicario en motocicleta, para combinar el impacto de haber sido testigo presencial con un sueño en el que reconocía el rostro del ejecutor bautizándole con el nombre de Jesús. En la ficción la hija del profesor de Ciencias Políticas asesinado es una estudiante de Bellas Artes que busca venganza ante la pasividad de una policía corrupta.
Sin embargo, al introducirse en el entorno del sicario conoce de primera mano los condicionamientos sociales de pobreza extrema y marginalidad que le han convertido en el brazo armado de una conspiración en la sombra a la que es más difícil llegar. El proceso es descrito de forma verista mediante interpretaciones no profesionales y un sentido de la urgencia que descuida la dramatización.

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