Amaia U. LASAGABASTER
PRIMERA FEMENINA

Una diferencia cada vez más notable

Los equipos sin respaldo de un club profesional masculino pierden peso a pasos agigantados.

Un gol de Marta Peiró en el descuento certificó el sábado el descenso del Zaragoza tras trece temporadas consecutivas en Primera. Las mañanas acompañan al Santa Teresa, descendido desde una semana antes, y evidencian las diferencias entre los equipos independientes y los que cuentan con el respaldo de un club profesional masculino.

La diferencia ha crecido de forma exponencial estos últimos años. Los clubes masculinos de elite que ya contaban con sección femenina han aumentado su inversión, en algunos casos de manera considerable. Casi todos los demás han acabado siguiendo ese ejemplo, bien con la creación de equipos femeninos desde la base, bien con la absorción de estructuras que ya funcionaban. Esta última ha acabado siendo la salida de muchos clubes abanderados del fútbol femenino durante años. No han sido pocos los que, lamentablemente, ni siquiera han podido aferrarse a esa opción y han acabado desapareciendo o, en el mejor de los casos, sobreviviendo en categorías inferiores.

Un vistazo a las bases de datos lo deja claro. En la primera Liga organizada por la Federación Española, sólo tres de los nueve participantes eran filiales (Barcelona, que se hizo con el título; Espanyol y Sabadell). Esta temporada, menos de la mitad (6 de 16) son clubes independientes.

Su número se mantiene estable en los últimos años. Desde que se compite en el formato actual, oscilan entre los seis y los ocho. Pero se debe a que las diferencias son mucho menores en Segunda –donde además compiten filiales de equipos de Primera, que no pueden ascender–, con lo que los ascensos premian en muchas ocasiones el trabajo de clubes sin grandes estructuras por detrás.

Con contadas excepciones, pocos llegan para quedarse. El dinero invertido por los clubes profesionales es muy dispar pero sus equipos sí se benefician de estructuras y servicios a los que otros equipos no pueden acceder. El abismo es evidente en los resultados.

Hasta que el Levante ganó su primera Liga en 2001, sólo dos de los doce títulos anteriores había ido a parar a filiales. Desde entonces, todos se han repartido entre las granotas, Athletic, Espanyol, Rayo, Barcelona y Atlético. Ocurre lo mismo con la Copa: del 83 al 95, el Barcelona fue el único filial en conquistarla; desde el 96, sólo Oroquieta Villaverde y Sporting de Huelva se han rebelado a la tiranía de los filiales.

No sólo se ve en los títulos. En las siete temporadas disputadas con el actual formato, 13 de los 16 descendidos han sido equipos independientes. En ese mismo periodo, esta va a ser la primera Liga en la que un equipo sin el respaldo de un club profesional, el UDG, acabe entre los cuatro primeros clasificados.