Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Deadpool 2»

Soy el superhéroe más chulo, más sexi y más gracioso

En la industria de Hollywood es el dinero el que da y quita razones. Por eso la Fox otorga al señor Ryan Reynolds carta libre para hacer lo que quiera, no sin antes firmar un cheque en blanco. Esto es así porque la primera entrega de “Deadpool” hizo la desorbitante cantidad de 783 millones de dólares en la taquilla, y la segunda entrega se mantiene en esos números, aunque ha costado un poco más, al parecer unos 110 millones de dólares. Y de no superar tales cifras siempre será achacado a la restricción por edades que supone la calificación R en los Estados Unidos, más que por su contenido violento debido a las muchas bromas sexuales que incluye. Para no perder el tiempo con disquisiciones inútiles, iré directo al grano y, pese a que me he reído de lo lindo con “Deadpool 2”, porque divierte un montón, he de decir que está más cerca del monólogo de humor que de una película de género. Y es que el monologuista Ryan Reynolds se ha adueñado del producto, con un realizador acomodaticio y servicial a su entera disposición. Cuando se dice que despidió al anterior director Tim Miller por diferencias creativas, hay que saber leer entre líneas y entender que lo echó para asegurarse todo el protagonismo de la función, a expensas del resto del reparto.

En conclusión “Deadpool 2” es una comedia de acción pensada y desarrollada para crear una dependencia total en el futuro con respecto al personaje de Wade Wilson y su correspondiente alter ego, a su vez portavoz autorizado del propio Ryan Reynolds, que para algo ha intervenido personalmente en la escritura del guion y sus diálogos. Solo así puede permitirse utilizar la película para lanzar mensajes privados a cuantos estuvieron a punto de malograr su carrera actoral por falta de visión, y ahí van las puyitas para la Warner y “Linterna Verde” (2011), un fracaso que todavía parece escocerle, por mucho que se lo tome a chirigota.