Políticos y empresarios enriqueciéndose con lo público; fiscales y jueces cooperantes necesarios en la deshonestidad de un Estado corrompido y ya corrupto; periodistas y voceros encubriendo el latrocinio de la tan cacareada Patria. Y en eso llego no Fidel sino Pedro.

Y tras la moción de censura, un nuevo Gobierno con su presidente, sus ministras y sus ministros. Todos gente ecléctica, profesionales dicen; ni chicha ni limoná que decíamos los ya obsoletos. Como muestra de socialismo:

El ministro de Cultura y Deporte, flojillo en fútbol pero, gracias a su participación durante una década en el programa cultural de Ana Rosa y ser blogger de la revista de análisis social “Lecturas”, ha llegado a ser fan de Eurovisión. Al ser tan cosmopolita acostumbra, de tanto en tanto, a cagarse en los independentistas, por paletos y aburridos.

El de Interior, anterior vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta del PP, viejo conocido en estos lares por aquello de la Audiencia Nacional, las denuncias de torturas bajo su custodia, las sentencias por autoinculpación y las largas penas de prisión. Un magistrado incomprendido por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura, y la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura, amén de sus ajusticiadas y dispersadas víctimas. Paladín en la defensa de la familia real de los ataques que titiriteros, cómicos y demás gentes irreverentes de la farándula llevan a cabo. No se dan cuenta que el ahora ministro, se debe, por encima de todo, a la Justicia Española y sus particularidades, que son muchas.

En Exteriores, un Borrell martillo de secesionistas, que clamaba por desinfectar Catalunya, es recuperado para que la unidad de España se propague allende los mares. Sus demostraciones amatorias por la rojigualda han dado fruto después de tanto maltrato y ninguneo por parte de sus compañeros. Vuelve la moda Imperio con toque europeísta, patriotismo constitucional lo llaman.

A Dios gracias, está el astronauta.