Corina TULBURE
Komrat

GAGAUZIA: DONDE RUSIA, UE Y TURQUÍA COMPITEN ENTRE SÍ

La autonomía de Gagauzia, una región geográficamente discontinua, se enfrenta a las tensiones geopolíticas de un territorio donde compiten las influencias de Rusia, Turquía y la Unión Europea. Los gagauzos tratan de sacar el mejor partido de esa pugna.

Aprimera vista, Gagauzia (Gagauz Yeri) es una autonomía en la que caben todos. Declaró su independencia en 1991 y en 1994 fue reconocida como una región autónoma dentro de Moldavia.

Las actuales elecciones locales en Moldavia no han cambiado el pulso de Gagauzia, que batalla por preservar su neutralidad en medio de las tensiones entre Rusia, la Unión Europea y Turquía. «La gente se ha mantenido al margen», explica el periodista Mihail Sirkeli, de la televisión local de Gagauzia.

Andrei Nastase, el candidato de la oposición que ha ganado las elecciones locales en Moldavia, ha insistido en combatir la corrupción y en la necesidad de un cambio político. «Nastase habrá visto las elecciones locales de Chisinau como el primer paso para un cambio político general, pero aquí en Gagauzia no se habla del cambio», prosigue.

Clara prueba de ello es la capital de la región. En la calle principal de Komrat conviven cara a cara la estatua de Lenin con la de Ataturk y la publicidad de Gas Fenosa, presente en toda Moldavia, con la catedral ortodoxa de Komrat.

La política de Gagauzia no es diferente a esta mezcolanza de imágenes visible en su arteria principal. Distintos países intentan influir en su vida económica, social y cultural y los gagaúzos quieren sacar su partido de esta situación. «La gente que se queda en Komrat quiere cambios aquí y ahora. No ha habido un apoyo importante ni de Europa ni de Rusia (...) Solo contamos con nosotros mismos», comenta en entrevista a GARA en la capital de Gagauzia el alcalde de Komrat, Sergey Anastasov.

A diferencia de lo que sucede en Transnistria, al entrar en Gagauzia no se pasa por un puesto fronterizo, ni existe un pasaporte o una moneda diferente a la del resto de Moldavia. Sin embargo, este territorio discontinuo es un trampolín desde el que los grandes países de alrededor intentan afianzar su proyección en la zona. No solo Rusia, sino también la UE y Turquía.

Ortodoxos de origen turco

Turquía mantiene una importante presencia tanto a través de la inversión privada, como institucionalmente, puesto que los gagaúzos son considerados de origen turco y de religión ortodoxa. «Turquía es un jugador geopolítico en la zona del Mar Negro y los turcos invierten en Gagauzia para promover sus intereses», declara Shirkeli.

La agencia estatal turca TIKA se implica no solo en abrir bibliotecas de lengua y literatura turca, como la de Komrat, sino en mejorar la infraestructura de las escuelas, proyectos que la agencia lleva desarrollando en la mayoría de los demás países de la antigua orbita de la URSS. A los proyectos de TIKA, les siguen los grandes negocios de Turquía, que se encuentran de hecho en Chisinau, capital de Moldavia: el lujoso hotel Leogrand de Chisinau o la empresa de telefonía móvil Moldcell, administrada por una empresa de Turquía.

La Unión Europea también ha puesto un pie sobre el terreno a través de ONG que llevan a cabo proyectos para la educación de los jóvenes. Desde la ONG Pro Europa explican que preparan proyectos para los «huérfanos sociales, porque muchos jóvenes se quedan sin sus padres, que han emigrado por motivos laborales». Añaden que informan a los jóvenes sobre los abusos laborales «porque desde muy temprano piensan en emigrar y existe un trafico de mano de obra, po lo que deben saber protegerse».

Idioma ruso y geopolítica

Si el alcalde de Komrat considera Turquía como un país hermano de Gagauzia, por las influencias culturales, Rusia también refuerza sus vínculos sobre todo mediante el idioma. En la calle se habla ruso, las sesiones parlamentarias discurren en ruso, lengua a la vez de los documentos oficiales. El gagauso queda recluido al ámbito privado. Unos pocos alumnos estudian en rumano, sobre todo los que optan por emigrar posteriormente a Rumania o a la UE y la lengua gagausa no se enseña. Las opciones lingüísticas, así como las futuras opciones migratorias, UE o Rusia, «se heredan de la familia», bromea Sirkeli.

«La gente en Gagauzia y en Moldavia es muy vulnerable a la propaganda, y el discurso geopolítico es el que más fácilmente influye en la gente. O eres un adepto de la UE o de Rusia, todo está claro. Puedes mencionar las cifras que quieras, todo se derrumba cuando se da un argumento geopolítico. Y los políticos promueven el discurso geopolítico; así sortean los graves problemas social y económicos», aclara Sirkeli.

Durante los últimos meses, en Moldavia se ha debatido a favor o en contra de la unión con Rumania y la Unión Europea. Algunas aldeas de Moldavia han declarado su deseo de unión con Rumania y otras se han posicionado en contra, como las aldeas de Gagauzia. «Aquí en una fiesta la gente solo habla de geopolítica. Los problemas reales de nuestra sociedad han desaparecido, no se habla de las carreteras deficientes, de la mala gestión económica, los sueldos míseros y la emigración. Por otra parte, Rumania no muestra ningún interés por este discurso unionista, pero eso no importa, el debate geopolítico da votos», continúa el periodista.

Tres pasaportes y ecos de la URSS

En la región la gente puede tener hasta tres pasaportes: el moldavo, el rumano y el búlgaro. Los jóvenes eligen el pasaporte en función de los beneficios económicos que le reporte uno u otro, puesto que no ven ningún futuro en su país.

Igual que en otros territorios de la antigua URSS como Transnistria o Abjazia, en Gagauzia la URSS no ha desaparecido. La estatua de Lenin todavía resguarda la entrada en la Asamblea Nacional de Gagauzia al lado de enormes carteles publicitarios de cadenas extranjeras como JYSK, que se contradicen con los míseros sueldos de los compradores. La presencia de antiguos símbolos socialistas no es óbice para la instalación de empresas extranjeras atraídas precisamente por la mano de obra barata en Moldavia y en Gagauzia (el salario mínimo apenas supera los 150 euros). Empresas textiles moldavas que trabajan para marcas extranjeras como Nike han encontrado un paraíso en Gagauzia, igual que las empresas textiles turcas. Otro caso que ha provocado recientemente el descontento de los trabajadores es el de la empresa Fujikura. Las autoridades de Gagauzia ya han invertido medio millón de euros en preparar las instalaciones de su sucursal. «No es poco dinero para Gagauzia. Ellos han prometido que pagarán un sueldo medio, unos 6.000 lei (300 euros). El periodista teme que este sueldo sea una promesa hueca, porque en Chisinau la misma empresa paga alrededor de 150 euros, el salario mínimo. Los rumores apuntan que la sucursal de Fujikura en Gagauzia será de hecho gestionada por una empresa turca.

Trabajo «low cost»

«Ofrecemos trabajo low cost», explica Ana Morariu, cajera de banco. Y esta misma causa empuja a los jóvenes a emigrar, una huida a la vez de la mano de obra de obra cualificada, lo que abre un circulo vicioso para toda Gagauzia. «Existe un problema porque la gente se va, y hace falta invertir en la formación de los que se quedan. Las prioridades de los jóvenes se resumen en encontrar un puesto mejor pagado fuera del país», añade Ana.

Según el alcalde de Komrat, la Hacienda pública de Gagauzia basa su autonomía en el cobro de los impuestos a nivel local. «Los impuestos y los beneficios se quedan en Gagauzia, no van a Moldavia». Existe un cuerpo de policía de Gagazuia que recibe financiación desde Chisinau. Pero a nivel administrativo y judicial, las autoridades responden ante las de Chisinau, a diferencia de lo que sucede en Transnistria.

En un referéndum realizado en 2014, un 90% de los que salieron a votar pidieron regresar a la Unión Euroasiática, pilotada por Rusia, y en la que están integradas Bielorrusia, Kazajistán y Armenia (Kirguizistán está en negociaciones). Al ser una región vinícola, las prohibiciones que Rusia ha impuesto a los productos moldavos han dejado descontentos a los productores de Gagauzia, que han perdido el acceso a un mercado que conocían y se han encontrado atrapados en esta encrucijada geopolítica. Igual que los jóvenes que escogen un pasaporte en función de su futuro destino de emigración, los empresarios locales votan por acercamientos a la UE o a Rusia en función de las facilidades comerciales que tengan. Si los políticos usan el debate geopolítico para esquivar los problemas sociales y conseguir votos, en Gagauzia, los ciudadanos intentan dar su respuesta: rentabilizar a su favor la confusión geopolítica con la que conviven desde hace más de veinte años.