David GOTXIKOA
FESTIVAL DE JAZZ DE GASTEIZ

Barbacoa a orillas del Hudson y despiporre discotequero

MENDIZORROTZA RESARCIÓ A LOS MÁS JAZZEROS CON UNA EXCELENTE SESIÓN DE PURA IMPROVISACIÓN, A CARGO DEL PROYECTO HUDSON QUE LIDERA EL VETERANO JACK DEJOHNETTE. EL HOMENAJE A EARTH, WIND & FIRE SERVIDO POR SU GUITARRISTA ORIGINAL CUMPLIÓ CON CRECES SU COMETIDO, PONIENDO A BAILAR AL POLIDEPORTIVO A RITMO DE DISCO-FUNK.

Hace exactamente un año se editaba “Hudson”, el proyecto que reúne a John Scofield, Larry Grenadier, Jack DeJohnette y John Medeski. Ya entonces algunos fantaseamos con la posibilidad de verlos en Gasteiz y comprobar si la magia de esa atmósfera relajada tendría continuidad sobre el escenario. La respuesta es sí, la duda ofende. De músicos tan grandes solo cabe esperar lo mejor y, cuando se les deja disfrutar libremente, ocurren diminutos milagros como el que pudimos disfrutar el miércoles en Gasteiz.

La sinopsis de esta pequeña historia se resume rápidamente: cuatro amigos se reúnen en el campo a tocar un rato y pasarlo bomba. Uno lleva el bourbon y el carbón, otro asa el costillar y los bistecs, otro se encarga de las ensaladas y el último prepara la mesa y se encarga de que no falte el hielo. Tras la sobremesa, agarran los instrumentos y comienzan a improvisar. Pero no echan mano de “All the things you are”, “My foolish heart” o “How high the moon”. En vez de eso, recuerdan qué escuchaban con veinte años y deciden tocar a su rollo algo de Jimi Hendrix, Dylan o Joni Mitchell. Algo así debió ocurrir en casa de DeJohnette, y tan bien lo pasaron que el planazo se ha alargado algo más de la cuenta.

Por una cuestión de agendas en esta gira viaja Scott Colley en lugar de Larry Grenadier, pero Colley sigue siendo un acompañante sólido como una roca y el conjunto no se resiente en absoluto: pocos contrabajistas pueden tocar con un groove tan poderoso como el suyo. Desde el comienzo con “Wait until tomorrow” de Hendrix –del guitarrista zurdo tocarían también “Castles made of sand”, que no figura en la grabación del disco y nos permitió escuchar a de DeJohnette hacer sus pinitos como vocalista; iba a quedar claro que, prisas, ninguna. Scofield es el pegamento y catalizador del cuarteto, y a él le toca ejercer de líder o resolver los clímax, aunque no sería justo relegar el excelente trabajo de John Medeski, al frente del piano y el órgano Hammond. Algo más contenido y cabal que en sus correrías con Billy Martin y Chris Wood, dejó algunos solos fantásticos en “Tony then Jack” o “El swing”, del propio Scofield. Tan relajados estaban los cuatro músicos que no faltaron pequeñas imprecisiones pero, aunque hubo quien echara en falta algo más de enjundia a cambio de sacrificar un poco de informalidad, nadie quedó decepcionado.

Fiesta disco-funk

El plato fuerte de la noche lo iba a cocinar Al McKay a fuego vivo. El pequeño guitarrista, superviviente de la época dorada del disco-funk, sigue explotando su propio legado con esa marca blanca llamada Al McKay’s Earth, Wind & Fire Experience, al carecer de los derechos de uso de la patente original. A falta del pedigrí legal, McKay pone sobre la mesa un volumen considerable –su guitarra sonaba tan sobreamplificada que llegaba a ser molesta por momentos– y se rodea de un numeroso colectivo de trece músicos entregados a mantener viva la magia de éxitos como “September”, “Fantasy” o “That’s the way of the world”.

Una verbena funk que no engaña a nadie ni hace prisioneros pero que, también, funciona como un reloj para cumplir su cometido principal: ofrecer un espectáculo vistoso, hacer bailar a todo el mundo y divertir al más cenizo. A cualquier precio. Para ello no racanean en histrionismo, coreografías delirantes, toneladas de humor y trucos de lo más kitsch. Dominan los secretos de esto y se vacían como si su carrera acabara de comenzar. No es poca cosa.