David GOTXIKOA
FESTIVAL DE JAZZ DE GASTEIZ

JAZZ-FUNK PARA CELEBRAR Y DESPEDIR CUATRO DÉCADAS DE MÚSICA

EN LA ÚLTIMA JORNADA BROOKLYN FUNK Y LOS LEGENDARIOS KOOL & THE GANG PONEN EL BROCHE FESTIVO A UNA EDICIÓN QUE SUPONE UN PUNTO DE INFLEXIÓN PARA EL FESTIVAL DE JAZZ DE GASTEIZ, ABOCADO A RENOVARSE PARA RECUPERAR EL INTERÉS DEL PÚBLICO.

La música de Brooklyn Funk Essentials adolece de una estética un tanto noventera, propia de los años del acid-jazz. Incluso el look de Iwan Van Hetten —teclista y trompetista— remite al primer Terence Trent D’Arby. Más que vestidos parecen ir disfrazados de banda funk, y solo la ausencia de pelucas afro sobre el escenario disipa las dudas. Eso, y pararse a escuchar con atención, porque el colectivo neoyorquino ofreció un concierto simplemente perfecto al que solo se le puede buscar un pero: la falta de personalidad de su propuesta, intercambiable por tantas otras. Tocan de maravilla y disfrutan haciéndolo, pero cuesta encontrar rasgos propios o detalles de relieve en lo que hacen. A pesar de ello es un grupo que habría encajado como la seda en la fallida Noche Electrónica que no logró despegar entre los años 2004 y 2006; era su momento, y aquel espacio limpio de sillas su contexto ideal. Continúan activos y en buena forma, pero su propuesta no ha evolucionado un ápice y ha ido perdiendo relevancia en una escena de música negra que ha tomado otros derroteros y hoy ofrece alternativas más apetecibles. El panorama internacional está repleto de proyectos que valdría la pena ver en directo.

El libro de estilo de Kool & The Gang también permanece inalterable desde hace décadas, pero la fórmula seguirá funcionando mientras los grandes éxitos del pasado permanezcan en la memoria colectiva. A ello se aplican con encomiable espíritu cuatro miembros originales y otros siete músicos vestidos de fantasía y brilli-brilli por su peor enemigo. Definitivamente el día no era apto para estilistas, pero a cambio ofrecía todos los ingredientes para cocinar una fiesta de sábado noche en condiciones. Este fue el único cartel coherente y compensado del festival, una cita doble diseñada a conciencia como traca final y cierre de un ciclo. Aunque las entradas no llegaron a agotarse, esta vez el público respondió en buen número permitiendo un ambiente que incitó al baile a los más osados, y donde hay que resaltar el excelente trabajo de sonorización.

Al igual que en el concierto de Al McKay’s Earth, Wind & Fire Experience, es inevitable tener la sensación de estar ante una banda de tributo, donde el principal reclamo es la nostalgia de un tiempo mejor o en el que al menos todos éramos más jóvenes. Pero hablamos de un grupo superlativo, un espectáculo sin fisuras y un repertorio que tumba al más renuente, sobre todo en su parte más carnosa: “Open sesame”, “Funky stuff”, “Jungle boogie” y “Hollywood swinging” sonaron sin pausa para recordar a todos los presentes que esta era una fábrica imbatible del mejor funk, y un filón inagotable para el expolio y sampleo, al igual que Donald Byrd, The Meters o los JB’s de James Brown. Tanto es así que aquello no decayó a pesar de algunos momentos con extra de sirope y almíbar, y tocó el cielo con la esperada “Celebration” en una despedida gloriosa ya con el pabellón entregado sin condiciones.

Mientras el eco del jolgorio se iba apagando, las mentes pensantes que reciben el legado de Iñaki Añua —que ayer oficializó su jubilación mediante un comunicado emitido en el entreacto— analizan la vigencia de una fórmula que se ha demostrado insuficiente para seducir a los aficionados fieles y atraer a nuevos espectadores. Un desafío tan bonito como intimidante: Cambian los tiempos, cambia la música y cambia el público. Incluso una ciudad tan poco dada a evolucionar como Gasteiz sufre sus transformaciones, y hay que saber leer todo esto para saber integrarlo en un proyecto obligado a renovarse constantemente para seguir vivo. Es ley de vida.