Corina TULBURE
tbilisi
Entrevista
IRAKLI KAKABADZE
INTELECTUAL GEORGIANO

«En el actual marco neoliberal, Georgia desaparecerá como país»

Escritor, activista y artista georgiano, Irakli Kakabadze ha estado involucrado en movimientos políticos desde los noventa y fue uno de los impulsores de la «Revolución de las Rosas» de 2003. Ello no le ha evitado sufrir persecución y exilios, el último en Barcelona en 2016, donde encontró refugio durante un año. Y es que por leer un poema acabó en la cárcel con una conmoción cerebral.

De vuelta a Tbilisi, Irakli Kakabadze coordina el Instituto por la igualdad y es autor de varios libros y del proyecto «Teatro del cambio», una respuesta a las injusticias sociales en el país, porque no hay «revolución posible sin los artistas»

Entre las protestas de los jóvenes en primavera y el actual cambio de Gobierno, ¿cuál es la situación política en Georgia?

Ya no tenemos un Gobierno autoritario pero el anterior Ejecutivo neoliberal dejó a mucha gente en la más absoluta pobreza, así que la frustración de los ciudadanos es elevada. Las protestas empezaron por las redadas de la Policía en los clubs nocturnos y a favor de la liberalización de la droga. Por consumir marihuana puedes llegar a pasar en prisión de siete a nueve años; son leyes draconianas.

Mucha gente mayor acudió a las manifestaciones contra el Estado policial, pero su frustración real procedía de las privaciones y la pobreza en Georgia en los últimos 26 años. La población ha disminuido de los 5,5 millones en 1992 a 3,7 millones. Muchos han emigrado a Europa, huyendo de la pobreza. En los noventa luchamos por la independencia del país, pero si seguimos en el marco neoliberal, Georgia puede desaparecer en las próximas décadas.

¿Qué consecuencias ha tenido la dimisión del primer ministro georgiano?

La mayoría de los políticos siguen considerando que actualmente en Georgia tenemos unas muy buenas políticas liberales. ¡Claro que tienen políticas liberales que benefician a los ricos! No hay una clase media aquí. Existe entre los ciudadanos un sentimiento de que perdemos el país porque no es para nosotros. Casi un millón de personas no tienen vivienda por los préstamos bancarios elevados y están listas para salir a la calle de nuevo contra el Gobierno. Y Georgia está regida por oligarcas, son quienes conducen el país. La mayoría de estos oligarcas abraza la economía neoliberal y una visión prooccidental. Bidzina Ivanishvili, que es a la vez ciudadano francés, es el mayor oligarca; Kakha Kaladze, alcalde de Tbilisi, es un antiguo futbolista del Milán y protegido de Berlusconi; Mamuka Khazaradze, uno de los principales banqueros que viene de la juventud comunista del Komsomol, se graduó en Havard en Economía.

Las multinacionales compran propiedades y terrenos a lo largo y ancho de Georgia y determinan la política del país y de la región. En consecuencia, la frustración es muy grande. Ahora ha cambiado el Gobierno y dicen que todo será diferente. ¿Serán capaces de cambiar algo cuando no tenemos poder sobre los bancos? Mi única esperanza reside en el descontento del 90% de la población.

¿Qué respuestas propone ante este aumento de las desigualdades?

Por un lado, hay un aumento de las desigualdades, como en todos los países de Europa del Este. Por otro lado, hay un desprecio hacia la gente pobre. Es una situación muy similar en toda Europa del Este: primero se impuso el neoliberalismo, luego asomaron la xenofobia y el conservadurismo como respuesta a una crisis que primero es socio-económica. Aquí no queda izquierda porque desde la izquierda ahora mismo no hay ideas nuevas. No tenemos respuestas a las injusticias sociales. Algunos proponen referencias del pasado, del sistema soviético, que, por un lado, no funcionarían en el actual mundo globalizado y, por otro, la gente no aceptaría, sobre todo la nueva generación.

¿Existe nostalgia del pasado de antes de los noventa?

Hay tres tipos de nostalgia. Una nostalgia comercial: en el centro de Tbilisi existe un café que se llama KGB y el pasado se vende como una marca. La otra es la nostalgia por un pasado que ofrecía un proyecto de seguridad, aunque no de libertad. Y luego está la nostalgia por una utopía, que es la que tienen sobre todo los extranjeros que miran hacia aquí.

Pero es muy importante saber que ahora está emergiendo en Georgia un nuevo paradigma que supera la tradicional división de la Guerra Fría.

Las demandas de la gente son de justicia social, superan las antiguas divisiones entre Occidente y Rusia. Y lo que más se nota es la necesidad de un movimiento internacional. Necesitamos proponer alternativas desde la periferia, desde nuestras realidades. Creo que debemos tener en cuenta un enfoque global, un ingreso mínimo a nivel global, un ciudadano es un voto; y, a la vez, garantizar derechos económicos y sociales para cada ciudadano del mundo. Hoy día, en el mundo global existen 6.000 millones de ciudadanos que no cuentan a nivel político, es una forma de violencia diaria silenciada. Esta es la respuesta no solo para la crisis neoliberal en los países del antiguo bloque soviético, sino que es una respuesta imprescindible a un problema global.

Todo lo contrario, se promueven las políticas identitarias…

Las políticas identitarias que han dominado el mundo neoliberal en los últimos 30 años han fracasado. Necesitamos ahora hablar de los derechos de los pobres y sobre todo de «una persona, un voto», de dar derechos políticos a las personas. Muchos inmigrantes en las sociedades occidentales no tienen derecho a voto. Aquí, en Georgia, una persona que vende fruta en el mercado no vota porque siente que su voto no tiene consecuencias. La gente afectada por las políticas neoliberales no está presente en las votaciones. Las políticas identitarias se han vuelto fundamentalistas y provocan conflictos entre las personas que pretenden tener acceso a un trabajo y a una vida digna.

Necesitamos resucitar el humanismo. Ya escribí un texto sobre eso en 1998. Una nueva modalidad de conectar entre las personas, lo que he llamado una «ideología del amor», pero el amor como un lazo social, no como una narrativa burguesa de las clases medias-altas. Vivimos en un tiempo en el que no existen ideales para el ser humano. Las políticas identitarias han acabado con estos ideales.

Durante las últimas manifestaciones en Georgia, la gente bailó en las plazas como forma de protesta; era una forma de hacer política. ¿Hay propuestas por parte de la nueva generación que ha nacido tras la época soviética?

Mis estudiantes tienen dos esperanzas: el bar o emigrar a EEUU o a Europa, pensando que allí harán una carrera. Y pocos son los afortunados. El sistema es impenetrable. Ahora el mundo se vuelve un solo país. Vayas donde vayas tienes el sistema de off-shore. Hay que encontrar una vía para vencer la pobreza social, que está presente en todos los países. Lo que necesitamos es imaginación política para construir nuevas realidades sociales, un nuevo modelo para una nueva forma de compartir. Y es posible, la gente lo ha hecho durante siglos. Ahora mismo existe una crisis de ideas, mi propuesta es un país polifónico, donde en lugar de una sola voz dominante, existan varias voces. La música polifónica es parte de la tradición del Cáucaso; este concepto de sociedad multipolar no está alejado de nuestra región, algo que supondría distanciarse de las políticas identitarias.