Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

El «problema migratorio»

De la inmigración a la «invasión» por oleadas a Europa no había mucho. Enfocarla como un problema de defensa distaba un paso demagógico con que vienen a quitarnos trabajo o rebajar el nivel salarial medio. Sobre esto último, diremos –marxistamente, que es lo que somos– que son las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera de todo el mundo las que determinan su situación. El inmigrante no precariza el salario, sino que se incorpora, como el último eslabón, a un proceso de precarización en marcha que afecta a todos los trabajadores. No hay más que echar un vistazo en derredor. Marx lo llamaba «pauperización», lo mismo de «nativos» que de «alógenos». Aún así, no faltan canallas que fomentan la división, y el enfrentamiento, entre ellos sin apuntar, por descontado, a la verdadera causa: el capitalismo y sus crisis cíclicas, cada vez más permanentes. Como, por ejemplo, Alemania –la «locomotora» europea– donde Merkel los acogía en 2014 haciéndose selfies con los recién llegados –por razones de hambre o guerras provocadas por el imperialismo en sus países de origen– para, cubiertas las necesidades de mano de obra precarizada, volver a cerrar las fronteras a cal y canto. De los dos muertos que hubo recién en las obras del madrileño hotel Ritz, uno procedía de Togo, tenía estudios superiores (como los españolitos que emigran), era experto en comunicación y ¡cantante de ópera!

Trump habla de militarizar la frontera ante la caravana de inmigrantes centroamericanos. O, antes, de elevar un muro frente a México (que ya inició, por cierto, Bill Clinton en los 90 y continuaron Bush Jr. y Obama). Lo que no se dice tanto es que el flujo migratorio coincidió con el derrumbe de la producción agrícola en México (pronúnciese con jota, mesedez) tras la firma del Tratado de Libre Comercio que arruinó a millones de campesinos mexicanos al inundar su país con los productos agrícolas gringos y canadienses fuertemente subvencionados, por lo demás.

Y así...