Ainara LERTXUNDI
DONOSTIA
Entrevista
LAURA RESTREPO
ESCRITORA COLOMBIANA

«Con absoluta claridad, el culpable es el violador y no la mujer violada»

«Los Divinos» es la última novela de la reconocida escritora colombiana Laura Restrepo. Esta ficción esta inspirada en un hecho real y brutal ocurrido en Bogotá en 2016, el secuestro, violación y muerte de una niña indígena a manos de un arquitecto de clase alta.

Es difícil resumir en pocas líneas la amplia trayectoria literaria y militante de la colombiana Laura Restrepo. Periodista y escritora, fue integrante de la comisión de paz entre el Gobierno de Belisario Betancur y el M-19, lo que, tras el fracaso de los diálogos, le valió años de exilio en México. De aquella experiencia nació su primer libro “Historia de un entusiasmo” en 1986.

Su último trabajo, “Los Divinos”, presentado en el Museo San Telmo de Donostia dentro del certamen Literaktum, está inspirado en el secuestro, violación y muerte en diciembre de 2016 de la niña indígena y desplazada por la violencia Yuliana Samboní. El autor, Rafael Uribe Noguera, arquitecto de una reconocida familia bogotana.

En “Los Divinos”, los Tutti Frutti, cinco amigos que desde la infancia se han jurado lealtad en una especie de «pacto de clase», representan el abuso, el desprecio y los privilegios de una parte de la sociedad que se sabe intocable. Uno de ellos, «El Muñeco», viola y mata a una niña.

En entrevista con GARA, Restrepo subraya que este tipo de personas «existen en todas las partes del mundo» y los compara con «La Manada».

«Si bien la mía es una historia bogotana, es algo que con las variantes locales está ocurriendo en muchas partes. Ambos hechos tienen elementos comunes en todo lo que tiene que ver con el desprecio, el abuso de la mujer y la prepotencia», subraya.

¿Cómo son los Tutti Frutti?

Si bien la historia se desarrolla en Bogotá y los personajes hablan en bogotano y tienen características propias de la clase alta de esta ciudad, este tipo de personas existe en todas las partes del mundo. Son personas privilegiadas, con un desdén enorme por los demás. Son machistas, desde luego. Dividen a las mujeres entre las que son a respetar, aquellas con las que consideran que se pueden casar, y las que no merecen respeto –mujeres sin nombre, prostitutas, empleadas del hogar...–. Desde pequeños practican el desprecio y la violencia contra la mujer. Bajo la influencia de Donald Trump se está extendiendo el desprecio por el extranjero, por el negro, por el latino, por la mujer. No es en vano que un personaje como él predique ese ejemplo a los cuatro vientos porque le surgen por todos lados seguidores que se apoyan en él y en su política para ejercer el mismo tipo de actitud en distintos niveles.

Uno de esos seguidores es el recién electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. ¿Qué factores explican la victoria de un nostálgico de la dictadura militar, homófobo y misógino?

No es en balde que Donald Trump esté al frente de la Casa Blanca. La primera persona que llamó a Bolsonaro para felicitarlo después del triunfo fue Trump. De alguna manera, con Bolsonaro regresa la dictadura, con el agravante de que tiene el aval de unas elecciones. Estamos asistiendo a la utilización de mecanismos de la democracia para afianzar el fascismo, cosa que está pasando en otros muchos lugares. Es una oleada que viene y ante la que debemos estar muy atentos. Detrás de ello está el fracaso de unas políticas neoliberales que han ensanchado enormemente la brecha entre ricos y pobres; y una incapacidad por parte de los gobiernos más o menos democráticos para solucionar los inmensos problemas de la población, lo que hace que el péndulo se incline para el otro lado. Hay también niveles enormes de tolerancia hacia la ultraderecha y la violencia fascista, hecho que en parte está propiciado porque la nación más poderosa del mundo está encamarada a ese tren. Es de saludar que en las elecciones de medio mandato, si bien Trump no ha perdido el Senado, han sido elegidas candidatas que hablan directamente en contra del fascismo.

En el libro ahonda en el «pacto de clase» entre los Tutti Frutti.

El punto de partida es un crimen real que ocurrió en Bogotá, pero a partir de ahí se trata de una ficción. No me interesaba la cobertura periodística de este crimen que estremeció al país, sino hacer una novela íntima, que buscara los motivos del asesino. El gran dilema que plantea la novela es ese pacto que hacen estos cinco amigos de pequeños parodiando a los Tres Mosqueteros; ellos dicen Tutti para Frutti y Frutti para Tutti. A medida que van creciendo, este juego se va convirtiendo en un pacto de clase: «Hagas lo que hagas, tú eres de los míos, yo te respaldo». No podía hacer una caricatura en la que los cinco fueran iguales. El asesino se coloca más allá que los demás. Comete un acto atroz. ¿Qué diferencia a los otros cuatro? La distinta manera en la que asumen el dilema que les crea ese pacto de clase; o ser fieles a ese pacto de la infancia o traicionar al amigo y ayudar así a entregar al asesino. Algunos se lo toman con una socarronería enorme; es un problema que no les incumbe, pero otro de los personajes no puede con el peso moral. Hasta su propia vida truena ante la imposibilidad de resolver la disyuntiva.

«Los Divinos» se sitúa en Bogotá. En Iruñea, en sanfermines de 2016 una joven fue violada por un grupo de cinco amigos. Dos escenarios lejanos pero con un lugar común; el abuso y el sometimiento de la mujer.

Si bien la mía es una historia bogotana, es algo que con las variantes locales está ocurriendo en muchas partes. Ambos hechos tienen elementos comunes en todo lo que tiene que ver con el desprecio, el abuso de la mujer y la prepotencia. También tiene que ver con una actitud de soberbia frente a cualquiera que sea considerado distinto o que venga de lejos, como una forma de buscar chivos expiatorios que les permita afianzarse en su propia superioridad. Afortunadamente, las violaciones contra las mujeres se denuncian mucho pero, quizás por pudor, las de niñas y niños se denuncian menos y según los datos que he ido recopilando con este libro, las cifras son aún mayores.

En la novela también aborda las relaciones que sus protagonistas masculinos mantienen con las mujeres y sus madres. En el caso de «El muñeco», la suya lo ampara en todo.

En la gran mayoría de los casos, las víctimas de la violación son mujeres y toda denuncia pasa por la absoluta claridad de que el culpable es el violador, y no la mujer violada como muchas veces sucede. En casos como el de «La Manada» vemos cómo la Justicia tiende a inclinar la balanza hacia el otro lado, exculpando al victimario y echando el agua sucia sobre la víctima. Estoy convencida de que la revolución más contundente del siglo XX fue la revolución de la mujer, aunque aún falta mucho. Tenemos una responsabilidad para con la sociedad que estamos construyendo desde nuestra posición de personas poderosas, fuertes y preparadas. Por tanto, no podemos cerrar los ojos ante nuestros propios defectos. Tenemos que señalar en qué nos quedamos cortas y en qué estamos repitiendo patrones arcaicos. Uno de ellos es la complicidad de la madre. «El Muñeco» es un muchacho lleno de debilidades, a quien su madre –que no está encarnada por una mujer tradicional sino por una profesional ejecutiva– arropa y va transformando su personalidad hasta convertirlo en alguien en quien realmente no es. «El Muñeco» tiene una falsa imagen de sí mismo que roza con la megalomanía. Esto en parte es producto del hecho de que la madre se pone de tapete a sus pies. Es una situación que vemos con frecuencia y debemos señalarlo.

¿Cree que estamos asistiendo a la construcción de sociedades individualistas y narcisistas?

Sí. Uno de los temas que me interesaba abordar en esta novela es el narcisismo, la exaltación de yo por encima de todo. «El Muñeco» es alguien incapaz de no estar buscando el placer hasta el punto de tener que violar a una niña porque ya todo lo demás se le va quedando insípido. Trump encarna el gran narcisismo; tiene mucho que ver con esa cultura de consumo, de la falta de solidaridad, del desprecio por los demás. Esta cultura está teniendo consecuencias extremas porque la concomitancia con la extrema derecha es algo que no podemos olvidar o dejar de ver.

«Historia de un entusiasmo», explora las negociaciones entre la guerrilla del M-19 y el Gobierno de Belisario Betancur. Usted fue comisionada de paz. ¿Cómo recuerda aquella etapa?

El comisionado de paz no estaba en una oficina. Nos movíamos sobre el terreno. Colombia tiene una geografía muy accidentada con picos de 6.000 metros. La guerrilla siempre ha estado en esas regiones apartadas, en el monte, y el Gobierno en la ciudad. Esa negociación era juntar dos mundos. Para poder hablar con los guerrilleros y llevar sus mensajes a la Presidencia y viceversa, teníamos que hacer viajes de doce días. Esos encuentros solían acabar en balaceras. En cada encuentro de paz había muertos porque buena parte del estamento militar se oponía a la negociación. Ten en cuenta que era la primera negociación que se hacía en América Latina. Solo mencionar la palabra paz era visto como un crimen; ¡el simple hecho de que se pudiera hablar con el enemigo suscitaba odio! Y nosotros éramos el puente. Y el puente también suscitaba odios. Fue una época muy movida y, al mismo tiempo, muy emocionante. A mí las armas no me gustan nada, vengo de un país donde las armas han hecho demasiados desastres como para que les tenga algún apego, pero la guerrilla estaba buscando la paz. Era muy interesante su presión para que el Gobierno hiciera concesiones democráticas a cambio de la entrega de armas. La discusión sobre las bases sobre las que estaba construido el país era muy profunda. Fueron dos intensos años. Mataron a mucha gente, de hecho, acabaron con toda la dirección del M-19. Los comisionados también sufríamos atentados, amenazas… Después de que las negociaciones colapsaran tuve que salir del país.

¿Cómo recuerda el exilio?

El exilio es una situación difícil, al menos peculiar porque físicamente estás en un lado pero tu corazón está en otro. Yo me exilié en México y conmigo llegó una oleada de colombianos; fue el primer gran exilio colombiano por la violencia militar y paramilitar. Antes que nosotros llegaron brasileños, chilenos, argentinos… como los que ahora van a empezar a salir de Brasil con esta nueva dictadura. En el exilio se forja una comunidad muy fuerte porque todo el mundo llega con una mano delante y otra atrás; la supervivencia se basa en la ayuda mutua: tú me cuidas a los niños, mientras yo trabajo, compartimos casa… Salíamos a buscar periódicos viejos para saber qué estaba pasando, no había internet. Mi exilio duró seis años. La gran prensa jugó un papel muy duro porque eran muy rápidos a la hora incluso de denunciar a los propios comisionados como parte del terrorismo. Ese término sirve para azotar a cualquiera. Cada vez que quería regresar, salía un artículo que me ponía sobre alerta.

 

Emakumearen kontrako indarkeria «los divinos» eleberrian

Laura Restrepo idazle kolonbiarrak Donostian, Literaktum ekimenean, «Los Divinos» eleberria aurkeztu du, bere azken lana. Bogotako auzo pobre batean bizi zen zazpi urteko neskato baten bahiketa, bortxaketa eta hilketa oinarritzat hartuta, fikzio bat osatu du. Bortxatzailea, egun kartzelan dagoena, izen handiko familia batekoa zen, arkitekto oso ezaguna Kolonbian. Eleberri honetako protagonistak goi klaseko bost lagun dira, Tutti Frutti izenekoak. Horietako batek haurtxo bat bortxatu eta hil du. Restrepok emakumeen kontrako bortizkeriaz hausnartzen du elkarrizketan, baita M-19 gerrillarekin negoziatzaile aritu zeneko garaiaz ere.