Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Los trillizos cara al Sol

La Pilarica con mantón falangista, qué bonita. Nada tan apropiado como la Patrona de la Guardia Civil con su yugo y con sus flechas celebrando el 20-N; Patrona de la Hispanidad entera, pues como bien recuerda Pablo Casado «nosotros no colonizábamos, lo que hacíamos era tener una España más grande». Ampliar un poquito la finca. Es lo que tiene la vocación de Imperio. Daba igual que fueras yanomami, bereber, vascón o maorí; o fueras musulmán, induista o animista; ellos, los magnánimos hijos de Don Pelayo, te convertían en español y católico al unísono junto con las tierras que habitabas. Hasta no ser español uno, además de impío, permanecía en el limbo, en la nada existencial sin paisaje ni paisanaje.

Albert Rivera mire a donde mire únicamente ve españoles. Alguna que otra vez, al mirar de reojo, a lo lejos, llega a vislumbrar golpistas supremacistas. Para esos españoles quiere «una España más grande y más bonita».

Santiago Abascal promete, remedando a Donald Trump, hacer a «España grande otra vez» apelando al honor frente a la traición, a la virtud frente al vicio al tiempo que expulsa de suelo patrio a toda persona inmigrante no suspicaz de provecho para la patria, la española por supuesto.

Los tres, amén de la amenaza secesionista, arguyen idénticos problemas con similares soluciones. La quieren una, grande y libre (sobre todo de comunistas, inmigrantes y gentes de igual ralea). Los tres tan varoniles y católicos que podrían ser mitad soldados / mitad monjes como gustan al secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, que reivindica el derecho de la Iglesia católica a seleccionar candidatos a sacerdotes «enteramente varones, y por tanto, heterosexuales»: Los invertidos no valen ni para defensa de Dios ni para defensa de España, ya me lo hicieron aprender los Hermanos Maristas: «Quien ante un ¡Viva España! con un ¡Viva! No responde, si es hombre no es español, y si es español no es hombre».