Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Seguimos en la barbarie

El pasado día 15 se cumplió el centenario del asesinato de los comunistas Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, en Alemania, por expreso deseo de un gobierno socialdemócrata. Progresista, de los que aman ocupar «la centralidad del tablero». Poco después la centralidad de la República de Weimar devino en el Tercer Reich. La oca marcaría el paso en el tablero.

«Si lo que ven no es extraño, la visión es falsa» afirmaban los situacionistas hace cincuenta años. Y el paisaje y muchos de quienes lo habitan siguen actuando como si no pasara nada o como si lo que pasa formara parte del orden natural de las cosas. Tras el triunfo de la moción de censura contra Rajoy por los votos de socialdemócratas, de vascos y catalanes, el nuevo gobierno de Pedro Sánchez, tras medio año en el poder, sigue manteniendo las políticas anteriores. Los presos políticos catalanes y vascos permanecen en idéntica situación; la ley mordaza sigue aplicándose de igual manera; la reforma laboral del PP continúa en vigor, al igual que los aforamientos de políticos; los bancos rescatados con dinero público siguen con su rapiña y sus desahucios, legitimados por jueces y tribunales.

Viene un tufo mezcla de cuartel y sacristía. De Reconquista lo llaman el indocumentado de Casado y el caballero Abascal con su escudero Smith, de los Smith de toda la vida, compañeros de Don Pelayo en la lucha contra el moro. Y Albert. Vaya trío de oligofrénicos. Vaya derecha, vaya país de mierda que algunos llaman España. Otra vez con lo del contubernio rojo-separatista, otra vez la misoginia, la homofobia y el matamoros. Huele al fascismo de Una, Grande y Libre.

Escuchad a Dolors Montserrat, la portavoz: bolivarianos, comunistas, populistas, sediciosos... Da igual sobre qué ¿no causa espanto?

Y como «alternativa» un PSOE al que un día les pone firmes un monje benedictino y otro les chantajea un tal Villarejo mezcla de Torrente y Jesús Gil. En Podemos, los asaltantes de los cielos, a hostias por los suelos.

Socialismo o Barbarie, lo decía la Luxemburg. No hay otra.