Iratxe FRESNEDA
Profesora de Comunicación Audiovisual

Descanse en paz ángel Damiel, inolvidable Bruno

El anillo Iffland busca un nuevo propietario. Bruno Ganz portaba el símbolo que lo reconocía como el mejor actor en lengua alemana de forma vitalicia. Se fue ‘El amigo americano’ y el ángel Damiel de ‘El cielo sobre Berlín’. Nacido en la periferia de Zúrich, de familia humilde, antes de terminar el bachillerato Ganz ya había decidido convertirse en actor tras pasar incontables noches observando actuar entre bambalinas. Bremen lo vio crecer como actor teatral y el mundo comenzó a cerciorarse de su talento en sus trabajos junto a Francis Ford Coppola (‘El hombre sin edad’), Jonathan Demme (‘El mensajero del miedo’), Stephen Daldry (‘El lector’), Ridley Scott (‘El consejero’) o Atom Egoyan (‘Remember’). En ‘La eternidad y un día’ de Theo Angelopoulos, una de las mejores películas del siglo XX, Bruno Ganz interpreta a un poeta que afronta los últimos días de su vida ayudando a un niño albanés que escapa del acoso de la policía. Su interpretación fue siempre tan majestuosa, sus actuaciones tan inolvidables que, años después, al verlo por última vez en pantalla grande en ‘La casa de Jack’ de Lars von Trier, sus palabras parecían decirnos adiós y sonaban a recapitulación socarrona de la vida misma: «Muy pocos llegan hasta el final, sin decir ni una palabra. La gente se siente abrumada por una extraña y repentina necesidad... de confesar, en estos recorridos. Y no todo, puede decirse que sea... de gran calidad retórica... pero continúa alegremente... Solo, no creas que vas a decirme algo... que no haya oído antes». Descanse en paz inolvidable Bruno.