Raimundo Fitero
DE REOJO

Concierto

Conciertos fronterizos. Con cierto aire de espectáculo prefabricado.  Venezuela se ha convertido en un objeto, en una forma de inundar de imágenes refundidas los noticiarios mundiales, en una guerra mediática que es asumida por todas las derechas como oxígeno discursivo por falta de proyecto propio. Es el coco. Una manera de demostrar la ausencia de interés real por los venezolanos. No he visto el concierto de la parte oficialista, pero sí las imágenes tremendas de los buitres del oportunismo. El odio de estos multimillonarios del pop que siempre están junto al poder más podrido y repugnante. Y el usurpador logró asistir, insinuando que gracias a miembros del ejército. Un violento. 

Con cierto rubor escucho que se diga sin muecas, sin advertencias, sin sonidos ni alertas que Juan Guaidó es el «presidente encargado». No tiene mucha gracia esta graciosa manera de señalar al servil títere de Trump y sus intereses. Pero desajusta cualquier noción de institucionalidad internacional. Y es una contradicción extrema con lo que está sucediendo en el juicio a los políticos catalanes en el TS español. Lo de Guaidó es aplaudible y lo de Puigdemont y sus consellers es golpe de estado de manual. 

Esto le encanta a Inés Arrimadas que se va a Waterloo a explicarle que no existe la República, y de paso le dirá despacito que lo de Venezuela no es un golpe de estado porque el autoproclamado es de los suyos y además está apoyado por Trump, que es su ideólogo. Ya está claro que su destino es Madrid. Porque ya sabemos más de Inés, nació en pueblecito salmantino, vivió en Jerez, se hizo política a costa de los catalanes, pero todo por el bien de los españoles. Y le gusta más Malú que Rosalía. Un producto de una factoría de personalidades políticas huecas. A la par que fotogénicas. Miren los carteles electorales, parecen anuncios de perfumes.