Aritz INTXUSTA

La discriminación como agravante parece una broma

Fue hablando con Lydia Vicente, responsable de Rights International Spain (RIS), cuando leí la palabra por primera vez. El “Financial Times” y “The Guardian” habían acudido a este observatorio para analizar el funcionamiento de la Justicia española. RIS, con fecha de 11 de diciembre de 2017, había hecho un comunicado en el que, entre otras cosas, decía lo siguiente: «Hechos similares ocurridos en otras partes de España (fuera del País Vasco o Navarra) contra policías han tenido un tratamiento judicial diferente. Esto plantea la posibilidad de que exista discriminación en este caso».

Desde luego, era evidente que en Altsasu se estaba aplicando un rasero distinto desde el primer minuto y que en eso consiste la discriminación. Pero me cuesta aplicar el adjetivo de discriminado a una persona que no pertenezca a un colectivo especialmente vulnerable, a una persona racializada, a una minoría religiosa... Creo que me explico. Se me hace difícil aplicármelo a mí mismo, a familias como la mía.

Tengo la sentencia en la mano. Punto decimocuarto. Hablan de discriminación y parece una broma. Ahora la discriminación es una agravante del delito, uno de los motivos para fundamentar las condenas más altas por unas moraduras, unas contracturas y otras lesiones que nadie vio hasta tiempo después. Las defensas dicen que el agravante de discriminación se creó para proteger a esos grupos vulnerables a los que me refería. Pero los jueces explican (no les termino de entender, no creo que se entiendan ni ellos) que no es así, que los discriminados son los policías y los guardias civiles. Los agentes son los indefensos, porque ya se sabe. Los condenados no tienen antecedentes, no hay pruebas de cómo piensan, tampoco se lo preguntaron. Son vascos y ya se sabe que todos los vascos razonan igual.

Las defensas replican que golpear a un policía ya tiene una carga penal suplementaria (no es agresión, sino atentado). El tribunal dice que le da igual, que ahora es atentado y también agravante por discriminación. Es la primera vez que esto se aplica así. Altsasu cambia las reglas del juego a peor.

Hace unas semanas, este periódico publicaba que una agresión a un policía de uniforme en Iruñea con lesiones más graves que las que recibió el teniente fue ventilada con nueve meses de prisión. Nadie pisó la cárcel, porque no hubo cámaras. RIS decía la verdad, sí que nos discriminan. Les encanta hacerlo en horario de máxima audiencia, porque así la gente aplaude.