Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Atracos imperfectos

Escribo estas líneas desde Barcelona, ciudad actualmente tomada por la maquinaria publicitaria de Netflix, ese gigante, ese monstruo (para bien y para mal) empeñado en engullir su catálogo... con su propio catálogo. Hará un mes, la principal major del VOD dio la campanada con el estreno exclusivo del último trabajo de una de las vacas sagradas del cine americano moderno, Steven Soderbergh.

“High Flying Bird”, que así se titula la película en cuestión, es en apariencia una película sobre el mundo del deporte (a saber, la acción discurre en el trascendental período en el que se negocia el posible cierre temporal de la NBA), pero que a la práctica está planteada como esas heist movies en las que tan a gusto se siente su autor. Una de atracos, pues, para retratar un mundo demasiado dado a toda clase de robo. Una jugada maestra llevada con la discreción de, precisamente, el maestro que no necesita lucirse para meter, sobre la bocina, esa canasta definitiva.

Pero entonces, ¿por qué ha desaparecido tan rápidamente esta película de la primera línea mediática? Porque los tiempos que nos ha tocado vivir avanzan a una velocidad superior a la de la luz. En parte, por actores como Netflix, permanentemente enfrascado en la renovación de una oferta siempre por encima de las capacidades de cualquier sistema digestivo.

Y vuelvo a salir a las calles de Barcelona, invadidas todas ellas por carteles publicitarios dedicados a “Triple frontera”, nueva y lujosísima apuesta del líder mundial del Video On Demand. Se trata de la nueva película dirigida por J.C. Chandor, ideada por Mark Boal, producida por Kathryn Bigelow y protagonizada por Oscar Isaac, Ben Affleck, Charlie Hunnam y Pedro Pascal.

Tanto la ficha artística (en la que también aparece Disasterpeace, uno de los compositores más dotados del mundo) como la técnica confirman, de nuevo, el cambio de paradigma en la industria fílmica más potente: nos guste o no, las producciones capaces de invocar más talento ya no son monopolio de las salas de cine. Así las cosas, solo en nuestros respectivos salones podemos disfrutar, ahora mismo, de una de las propuestas más apetecibles (al menos sobre el papel) de la actualidad cinematográfica.

Aunque en esta ocasión la auténtica noticia (la mejor, vaya) es que las promesas del a priori se ven posteriormente cumplidas. “Triple frontera” sigue la senda triunfal de “High Flying Bird”, y se confirma como una película digna de toda la gente que la ha hecho posible. Son, para entendernos, dos horas sabiamente planificadas (como sucede con los mejores atracos) y ejecutadas con pulso pétreo, tanto en los momentos de acción como en aquellas pausas en las que podemos ir construyendo vínculos empáticos con los personajes.

En este caso, una cuadrilla de exsoldados dispuestos a enriquecerse a costa del –sangriento– botín de guerra de un temible narcotraficante. Una colección envidiable de caras reconocibles... para hablarnos de esas pasiones humanas tan bajas y (ay) reconocibles. Cine de género que aborda temáticas que trascienden cualquier género. Cine hogareño, digno de la pantalla más grande.