Raimundo Fitero
DE REOJO

Bien

Buen comienzo para un estreno en TVE, lo que ya es así, de entrada, una buena noticia, de las pocas que tiene en ente público en los últimos meses. Es un buen formato, muy bien engrasado en la televisión francesa y que viene a desmentir todos los tópicos que se acumulan sobre los contenidos de los programas televisivos, en horario de máxima audiencia, en sábado y cosas por el estilo. La costumbre es que se debía hacer un programa populista, con ballets comerciales, música enlatada con cantantes en venta, presentadores bien vestidos y mucho chiste barato. Pues, “Prodigios”, es una muestra gratificante de lo que puede ser un programa en una televisión pública, en donde se descubren jóvenes con talento, pero todo enmarcado en la música o la danza clásicas, lo que es para congratularse, y mucho.

Los «Prodigios» son cantantes de ópera, instrumentistas de música clásica, bailarinas en puntas, y tienen enfrente a un jurado de prestigio, es decir que dota a la propuesta de valor añadido, porque Nacho Duato y Ainhoa Arteta son dos figuras universales, el tercer participante, Andrés Salado, es menos conocido, pero no menor en su entidad artística y calidad de juicios. Quizás la paradoja sea su conductor, Boris Izaguirre, que arrastra un personaje muy barroco, aquí muestra su auténtica personalidad, es una persona culta, sabe estar y es un descubrimiento en este sentido. Ha sabido adaptarse al formato y eso es de aplaudir.

Su arranque fue, en términos de audiencia, muy bueno y se señala que se aprovechó de la audiencia del partido de fútbol de la selección española, lo que es difícil de comprobar y más en estos tiempos de la infidelidad del telespectador con mando a distancia. Esperaremos a su desarrollo en las próximas entregas, pero bien, muy bien. Esto es lo que debe hacer una televisión pública.