Joseba VIVANCO
Athletic

Al fútbol se juega con la cabeza

Sendos goles con la testa de Williams y Raúl García voltean el tanto de Stuani, una remontada a domicilio que los leones no lograban desde hacía cuatro años. Tras una primera parte demasiado «académica», lamentó Garitano, el equipo tiró de solidez y pegada arriba.

GIRONA 1

ATHLETIC 2

 

«Nunca disputé los balones aéreos en el Liverpool. Se sabe que cada vez que cabeceas un balón se pierden 150 neuronas. Así que mandaba a Mark Lawrenson a hacer ese trabajo. Siempre conviene delegar. Es la prerrogativa de los capitanes»

Alan Hansen

La última vez que el Athletic había ganado un partido de Liga en suelo catalán fue en octubre de 2006, 2-3 al Nástic, con Sarriugarte en el banquilo bilbaino, dos goles de Yeste y uno de Iraola. Desde entonces y hasta el día de ayer, 27 visitas y unos paupérrimos 4 puntos de 81 posibles (vía @DatAthle). Pero hay un encuentro, no en Liga sino en Copa, que sin que mediaran cinco goles de Aduriz, o uno de San José desde el círculo central o cuatro dianas en un estadio mítico como Old Trafford, tuvo mucho de antes y un después en la capacidad competitiva de este Athletic para afrontar los partidos ‘grandes’, comprometidos o batirse con cualquiera. Aquella vuelta copera en 2015, aquel 0-2 de los leones ante el Espanyol en Cornellá-El Prat que les metió en la final, aquel duelo a todo o nada con empate en la ida en el que los rojiblancos supieron competir más allá del marcador final, más allá de la virtuosidad de su juego, más allá del rival. El gen determinante que decide quién gana y quién pierde. Ese que se espera este Athletic conserve en su recuerdo como las magdalenas de Proust, ese que lleva a los equipos a salir vivos cuando les daban por muertos.

El Girona llevaba ocho jornadas sin ganar en casa, cinco meses, que se dice pronto. Anoche, al descanso, un encuentro equilibrado, sin concesiones en defensa ni ocasiones nítidas de peligro, los catalanes se fueron con ventaja a pesar de que los bilbainos estaban avisados: el Girona, equipo más goleador de cabeza de la Liga; Stuani, máximo anotador con la testa en Liga. Pues sí, el gol llegó de cabeza y obra del jugador uruguayo. Y lo peor, que lo hizo precedido de un saque de banda en el que el Athletic defendió con una falta de intensidad pasmosa, la justa para que Raúl Carnero centrara sin oposición y Stuani ganara por arriba a un superado Iñigo Martínez; Iago, sin reacción.

Gaizka Garitano, entre líneas, reconoció en la previa el principal lastre de su equipo. Lo hizo al referirse a Stuani, «es el goleador que todos los equipos necesitan», y el que le falta al suyo. El Athletic remató una sola vez entre los tres palos en la primera mitad, un taconazo flojo de Williams a las manos de Iraizoz, titular por lesión de su compañero bajo palos. El charrúa, 17 goles en Liga ya, solo necesitó la que tuvo para poner a los de Eusebio Sacristán por delante.

El Athletic no remontaba un resultado adverso en Liga a domicilio desde mayo de 2015, en Elche. La estadística, de nuevo en contra, saltó esta vez por los aires, y el Athletic, a falta de ese ‘Stuani’, volvió a tener pegada. Primero Williams, de cabeza, en un centro desde la línea de fondo que le puso Yuri después de que la jugada naciera en la cabeza, más que en los pies de Raúl García. Ya se sabe, al fútbol se juega con la cabeza, los pies solo son su herramienta. Minuto 48. Justo seis después, con un conjunto rojiblanco mejor y más asentado gracias al terapéutico empate, llegaba el segundo, del navarro, a centro lateral de Williams, y, de nuevo, con la testa. Pechito con pechito, bilbaino y navarro chocaban sus pectorales en un gesto que se ha convertido en hábito y que es sinónimo de buenas noticias.

De ahí al final, a pesar de un aislado remate de Granell a las manos de Iago, y de que el Girona acabó con más atacantes que defensas, el Athletic supo nadar y guardar la ropa y hasta dispuso de alguna contra para allanar el marcador. 40 currados puntos que saben a gloria. Determinante Raúl tras el descanso, pletóricos Capa y Yuri, Dani García hasta que dijo basta ocho kilómetros después, y Williams decisivo de nuevo. El Athletic mira, ya solo, arriba. De cabeza.