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Las protestas se vuelven contra la junta militar en el poder en Sudán

Tras la renuncia de Omar al-Bashir forzada por el Ejército, los manifestantes que llevan meses movilizándose contra el régimen en Sudán continuarán las protestas para que la junta militar que ha tomado el poder y ha prometido no continuar «más de dos años», lo ceda a manos civiles. Su líder, el general Awad bin Auf, anunció su dimisión.

Miles de manifestantes desafiaron el toque de queda y continuaban ayer con la acampada ante el cuartel general del Ejército y la sede del Ministerio de Defensa, al tiempo que llamaron a continuar con las movilizaciones contra el régimen tras la renuncia del anterior mandatario, Omar al-Bashir. Mostraban así su rechazo al anuncio de que una junta militar asumirá el poder durante dos años y han prometido seguir con sus movilizaciones hasta que un Gobierno civil asuma el poder.

La Asociación de Profesionales de Sudán (APS), la organización que ha impulsado las protestas desde diciembre, definió a la junta militar como «los nuevos golpistas del antiguo régimen», y ha dejado claro que mantiene las manifestaciones para exigir una transición civil.

«Nuestras demandas son claras, justas y legítimas pero los nuevos golpistas del antiguo régimen no están preparados para el cambio», afirmó la APS, que instó a los sudaneses a seguir manifestándose en las calles y a desafiar el toque de queda. El jefe del comité político del Consejo Militar Transitorio anunciado ayer por el Ejército sudanés, Omar Zein al-Abidin, negó que el Ejército haya llevado a cabo un «golpe de Estado» y aseguró que «no tiene soluciones» a la actual crisis, sino que su única misión es «mantener la seguridad» del país.

El que hasta ayer era el nuevo hombre fuerte de Sudán, el general Awad bin Auf, intentó calmar a los manifestantes prometiendo que los militares no estarán en el poder más de dos años, «ni un día más».

Bin Auf había anunciado el jueves el arresto de Al-Bashir y la suspensión de la constituciópn en una declaración televisada.Pero ayer por la noche comunicó su dimisión como jefe del consejo militar y anunció que será reemplazado por el teniente general Abdulfata Barham Abdul Rahman.

Crímenes en Darfur

Bin Auf es un alto mando de la vieja guardia de Al-Bashir y ha ocupado varios puestos en los más altos cargos del Ejército, sobre todo en los servicios de Inteligencia, e el Ministerio de Exteriores, desde 2015 como ministro de Defensa y desde frebero como vicepresidente.

Además jugó un papel clave en la represión de Darfur en la década de los 2000 cuando dirigía el servicio de Inteligencia militar. Fundó la Guardia fronteriza, el primer cuerpo paramilitar en el que se integraron los yanyawid. Fue sancionado por EEUU por su rol en estos organismos militares y en los ataques a la población civil en Darfur. El propio Al- Bashir está reclamado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) por crímenes de guerra, contra la Humanidad y genocidio por la campaña contra la insurgencia en la región. Según la ONU, más de 300.000 personas han muerto en el conflicto y cientos de miles más siguen viviendo en campos de refugiados.

Sin embargo, las autoridades militares no tienen intención de entregar a Al-Bashir al TPI. «Nosotros, como consejo militar en nuestro mandato, no entregaremos al presidente a otro país. Puede que le juzguemos, pero no lo entregaremos», aseguró el general Al-Abidin.

El representante de la junta castrense aseguró que los militares «no impondrán nada al pueblo» y planean dialogar con los manifestantes, pero también advirtió de que no permitirán que sigan bloqueando las calles.

Trece muertos

Mientras, las decenas de miles de personas acampadas tomaron parte en un rezo musulmán masivo a mediodía para despedir a los fallecidos en las protestas. Trece manifestantes murieron el jueves por disparos de las fuerzas del régimen en diversas localidades, según el Comité de Doctores de Sudán, con lo que se eleva a 35 el número de fallecidos desde el inicio de la sentada, además de cientos de heridos.

En el exterior, Rusia, que cuenta con «instructores» de apoyo al Gobierno sudanés, dijo que espera una rápida vuelta a la calma y al orden constitucional. «Seguimos atentamente la situación y esperamos que no habrá una escalada que provoque muertos en el seno de la población civil», indicó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

EEUU hacía más equilibrios al reaccionar a la situación, en un momento de deshielo con el que fue declarado uno de los peores enemigos de Washington. Así, aunque saludó un «momento histórico», el Departamento de Estado se limitó a reclamar «la participación de los civiles en el Gobierno».

«El pueblo sudanés ha dicho claramente que quiere una transición dirigida por civiles» y eso debe hacerse «más rápido que en dos años», señaló su portavoz, Robert Palladino.

Marea contra la «transición» en Argel y en otras ciudades

Un cortejo impresionante desfiló por el centro de Argel por octavo viernes consecutivo pese a la reciente convocatoria de elecciones presidenciales para el próximo 4 de julio y haciendo frente a la nueva estrategia adoptada por la Policía para frenar al movimiento popular. Ni los convocantes ni la Policía ofrecieron datos sobre la cifra de participantes, pero parecían como mínimo tan numerosos como los que salieron a la calle en viernes precedentes, ya excepcionales. Importantes manifestaciones tuvieron lugar, asimismo, en otras ciudades, sobre todo en Bejaia y Tizi Ouzou, principales centros de población de la Kabilia, así como en Constantine y Annaba, tercera y cuarta ciudades del país.

Los llamamientos a la movilización se multiplicaron desde el anuncio el martes de la entrada en funciones del sustituto del dimisionario presidente, Abdelaziz Bouteflika. Abddelkader Bensalah, de 77 años y hasta ahora presidente de la Cámara Alta del Parlamento desde hace 17 años, sustituye a su mentor.

Los eslóganes iban dirigidos particularmente a este apparatchik, encargado según la Constitución de organizar las elecciones anunciadas para el 4 de julio, así como contra el general Ahmed Gaid Salah, quien desde el Ejército pilota la controlada transición.

En la Grand Post, epicentro de las protestas desde su inicio el pasado 22 de febrero, miles de manifestantes gritaron ante el dispositivo policial «Bensalah lárgate y vete a dormir a tu casa » o «silmiya silmya» (pacífica pacífica) para hacer alusión al carácter de estas movilizaciones y pedir a la Policía dejarles reclamar sus reivindicaciones de manera cívica. La Policía, que formó un cordón alrededor de la plaza, intentó en varias ocasiones reprimir la manifestación con gases lacrimógenos y chorros de agua a presión. Varias personas resultaron heridas o contusionadas. La represión de las protestas del martes pasado contra miles de estudiantes ya provocó la furia de los manifestantes.

Los congregados reclamaron «una verdadera transición» dirigida por hombres «íntegros» y propusieron los nombres del extitular de Comunicación y antiguo embajador en España Abdelaziz Rehabi, del antiguo primer ministro Ahmed Benbitour y del activista de derechos humanos Mustafa Buchachi, uno de los líderes de la movilización.GARA