Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Maldición de Gambino

Existe una isla en un punto inconcreto del más vasto océano. Ahí, las fuerzas del bien y del mal libran, desde tiempos inmemoriales, una guerra sin cuartel. El premio a conquistar es ni más ni menos que el alma de la humanidad, y los valientes paladines que decidirán el resultado final de tan épica contienda no son otros que dos jóvenes enamorados. Dos artistas, para ser más concretos, que verán cómo se pone a prueba la pureza de sus respectivas creaciones, en una prueba en la que se pondrá en juego su vida.

Es la clásica confrontación entre la luz y la oscuridad, motor primordial de una de las propuestas más frescas que seguramente hayamos podido encontrar últimamente en la vasta oferta (de producción propia) del VOD. En Amazon Prime tenemos disponible la nueva colaboración entre el director Hiro Murai y el actor y cantante Donald Glover, también conocido como Childish Gambino.

Después de revolucionar el panorama del videoclip con la celebrada pieza dedicada al hit “This Is America”, vuelve este particular dream team para regalarnos (previa suscripción al servicio de streaming del gigante estadounidense) una película que apenas llega a la hora de metraje. “Guava Island”, que así se titula, es un día en la vida de un músico y su amada (Rihanna). Él trabaja en una radio local; ella en una fábrica textil. Ambos (y de hecho, toda la comunidad de la que nos habla el film) están bajo el control de una poderosa corporación.

Sus trabajos (y por ende, sus sustentos) dependen directamente de ella... pero es que todos sus derechos y libertades parecen estar igualmente ligados a la tiránica voluntad del patrón, suerte de encarnación del espíritu capitalista en tiempos de la aldea global. Y si todo esto te resulta más o menos familiar, es que seguramente estás atrapado en la misma pesadilla.

Ahí radica el encanto de la propuesta, en su facilidad para hacernos su llegar una moraleja con la que difícilmente se puede estar en contra. Con “Guava Island” sucede lo mismo que con los mejores cuentos: la belleza del envoltorio hace que nuestros sentidos se abran sin concesiones a una historia cuyo mensaje inevitablemente cala.

Desde las elecciones de casting hasta la confección del vestuario, pasando por el trabajo de iluminación o, por supuesto, las injerencias musicales, la película explota al máximo (pero sin ofender) cada recurso estético del que dispone, para construir así un vínculo empático con el espectador. “Guava Island” es, ante todo, un regalo para la vista, y para las orejas. Es un agradable y pegadizo masaje sensorial que, esto sí, se descubre como un caramelo envenenado.

Y es que detrás de su apariencia naif, esta cinta con alma de videoclip (y no es una crítica, al contrario) nos recuerda que todo aquello que nos hace sonreír, está amenazado por un drama que quiere convertirse en tragedia. Hiro Murai celebra así la vida y la juventud... a través de un miedo tan viejo como el que sentimos todos por la muerte. Pulsiones universales para una cinta que conecta con nosotros sacando pecho de su naturaleza única. ¿Inimitable? Desde luego.