Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Batallas antes de Cannes

Una vez más (y con ésta ya irán 72), el mundo del cine estará atento a lo que se cueza en la Croisette, esto es, uno de los paseos marítimos más glamourosos del mundo. Ahí ubicaremos el centro neurálgico del Festival de Cannes, la celebración fílmica más potente del planeta. Ahí mismo me dirijo mientras escribo estas líneas, y así mismo me preparo mentalmente: recordando algunos grandes hits del pasado reciente, que este año esperan repetir éxito en una cita que si bien ha declarado su amor incondicional hacia las salas de cine, no deja de depender del VOD para acabar de solidificar su inabarcable patrimonio.

En materias de preparación festivalera, vuelve a brillar con luz propia el catálogo de Filmin, donde podemos recuperar, por ejemplo, el primer largometraje de una de las directoras llamadas a dejar huella en esta 72ª edición. Me refiero a la francesa Justine Triet, quien optará por fin a la prestigiosa Palma de Oro, y que debutó (ahí me dirijo) en 2013 con la estupenda “La batalla de Solférino”, película que inexplicablemente no se estrenó de manera comercial en nuestro territorio. Se trata de un atípico drama familiar en el que las tensiones que habitualmente marcan las rutinas hogareñas se potencian, o aún mejor, se explican a través del carácter disfuncional de un colectivo que va mucho más allá de las paredes de la casa de los protagonistas.

La acción transcurre durante la jornada electoral que llevó a François Hollande a la presidencia de la República Francesa (de hecho, la grabación del film se llevó a cabo en ese mismo día), tesitura que la directora y guionista usa magistralmente en su favor. De lo que se trata aquí es de fusionar el siempre enfadado debate político con las dinámicas de una familia cuyas peculiaridades se descubren, de repente, como el reflejo más fiel de nuestros más inexcusables fallos como sociedad.

La carambola es brillante, no solo porque consigue dejar poso en el éxtasis efímero de las urnas, sino también porque expone, con asombrosa clarividencia, el inevitable proceso de fundición al que están condenadas las esferas pública y privada. Una jugada similar propuso Jessica Hausner en “Lourdes”, absorbente fabulación religiosa que también podemos recuperar en Filmin. La cineasta vienesa, que este año también competirá por los máximos honores cannoises, causó sensación allá por el año 2009 con esta misteriosa cinta que pretende incidir, precisamente, en los insondables misterios de la fe.

La protagonista de la función es una mujer que, a causa de una enfermedad, ha pasado la mayor parte de su vida confinada en una silla de ruedas. Deseosa de curarse, se dirige hacia el famoso santuario pirenaico que da título a la propuesta. Una vez ahí, los cambios que experimentará en su salud, serán fuente de satisfacciones personales... y envidias por parte de los peregrinos. Hausner tiene el don de la observación «hanekiana», y juega con sus personajes como lo hace el mejor Yorgos Lanthimos. La mezcla de factores es tan potente como insinúa la teoría; a la práctica, el poder de lo sagrado se convierte en dolorosa condena compartida.