Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

El rastro de Bong Joon-ho

Clausuró la 72ª edición del Festival de Cine de Cannes (una de las más impresionantes de los últimos años) con el anuncio de una Palma de Oro que, en un principio, podría haberse considerado como sorprendente, pero que analizada con la debida sangre fría, tuvo todo el sentido del mundo. El cineasta de Corea del Sur Bong Joon-ho se coronó como rey de la Croisette gracias a su último trabajo, “Parasite”, una estupenda mezcla entre thriller y comedia negra. Una especie de sofisticación de la fórmula “Relatos salvajes”, de Damián Szifrón, que viene a incidir en la urgencia de las profundas y aberrantes desigualdades sobre las que se ha levantado nuestra sociedad.

Una película que, vista dentro de esta filmografía siempre a reivindicar (al fin y al cabo, hablamos de uno de los recorridos más espectaculares de la ya de por sí espectacular cinematografía surcoreana), muy fácilmente puede llegar a ostentar el estatus de «cumbre». No en vano, hablamos de la culminación del que ha sido uno de los grandes motores temáticos en los anteriores largometrajes de este director. En este sentido, es reconfortante saber que el universo VOD nos ofrece la posibilidad de recuperar los títulos precedentes de este maestro. Porque, en efecto, nunca es tarde para conocer al gran Bong Joon-ho.

En Filmin, por ejemplo, tenemos disponibles “Mother” y “The Host”. Este último título fue el que sin duda llevó a catapultar la carrera del por aquel entonces aún prometedor realizador (quien no obstante ya venía de causar sensación por partida doble en Zinemaldia, primero con “Perro ladrador, poco mordedor”, y después con su gran obra maestra, “Crónica de un asesino en serie”). En el caso de “The Host” (presentada en la Quincena de los Realizadores de Cannes), se apoyó brillantemente en los mecanismos de la monster movie para hablar, en parte, y precisamente, sobre la flagrante situación de desamparo con la que tienen que lidiar las clases desfavorecidas ante las inclemencias que va planteando la vida.

Pero hay más. Tanto en Rakuten TV como en Netflix podemos recuperar los dos títulos de la etapa «migratoria» de Bong Joon-ho. Tanto “Snowpiercer” como “Okja” son películas que adolecen demasiado lo fundamental (esto es, que el cineasta no juega en casa), a pesar de esto, no dejan de ser dos ejercicios de género únicos en su especie. Al fin y al cabo, por esto probamos suerte con el cine de autor.

Tanto en uno como en el otro existe la voluntad identitaria de usar la fantasía (con toques de ciencia-ficción) para incidir, de forma muy dolorosa, en los males del mundo real. En “Okja” tenemos los peligros de la sobre-explotación de la industria cárnica (ilustrativa punta del iceberg de nuestra relación con el reino animal). Mientras, en la anti-heroica “Snowpiercer”, toda la trama gira, de nuevo, en torno a las diferencias insalvables entre los vagones de la primera clase (siempre al lado de la locomotora) y los de una clase obrera que se ve irremediablemente relegada a la –perjudicada– cola del tren. Delante van los líderes; atrás los «parásitos»... hasta que interviene la divina mano de Bong Joon-ho.