Belén Martínez
Analista social
JOPUNTUA

La última frontera de Palestina

Las casas ya no guarecen. Adónde iremos después de las últimas fronteras, se preguntan quienes habitaban las 70 viviendas de Wadi Humus demolidas la pasada semana. Qué habitar, la incógnita de Mahmud Darwish en “La tierra se estrecha para nosotros”.

Una orden militar de 2011 permite la destrucción de viviendas –incluidas infraestructuras estratégicas, como escuelas, pozos de agua o centros de salud– situadas a menos de 250 metros del muro del apartheid, a lo largo de más de 700 km. Una norma que prevalece sobre la resolución ES-10/15, de 2004, que determina que la construcción del muro en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén oriental y sus alrededores, y su régimen conexo, es contraria al derecho internacional.

Mientras tanto, Airbnb sigue operando en los territorios ocupados ilegalmente. Otro expolio y latrocinio a añadir (y van…) desde la aprobación de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exige a Israel la retirada de los territorios ocupados en la guerra de 1967.

La zonificación de Jerusalén Este, el hecho de que el 40% de población palestina malviva en el 8% del territorio urbano, así como la reubicación de la embajada americana en esa ciudad, aleja la perspectiva de un final justo y una paz duradera.

Avraham Burg, antiguo Presidente de la Knéset (Parlamento israelí) viene alertando de la fascistización del Estado judío, reclamando con urgencia una alternativa civil a las doctrinas de la derecha: un Dios, un Pueblo, una Tierra.

Es inmoral habituarnos a checkpoints, a demoliciones y buldóceres; a cristales que saltan en pedazos y a vidas hechas añicos. Es inhumano y obsceno esperar a que los aviones regresen «para bombardear una casa con dos ventanas y una puerta», como escribió el poeta al rememorar el grito desgarrador de la niña que perdió a siete miembros de su familia en un ataque israelí en la playa de Beit Lahia. «Baba! Baba!» («¡Papá! ¡Papá!»), balbuceaba aterrada Huda Ghalia. Palestina, tan liviana como esos hogares destruidos.