El lado enfermizo del romanticismo

Los melodramas románticos para adolescentes gustan por igual a chicos y chicas de las nuevas generaciones, y se puede observar una vuelta al romanticismo gótico que tenía a la tuberculosis como la enfermedad poética por excelencia. A tal tendencia se acoge en cuerpo y alma “Five Feet Apart” (2019), tal como refleja el vestuario del protagónico Cole Sprouse, que luce un aire de artista bohemio y rebelde que encaja a la perfección en una mentalidad “retro”. Frente al melancólico y pesimista dibujante está la joven “millenial” interpretada por la pujante actriz Haley Lu Richardson, que lejos de refugiarse en su convalecencia hospitalaria la comparte con sus seguidores a través de las redes sociales. Los respectivos mundos de Will y Stella chocan entre sí, por más que ambos coincidan en sus 17 años de edad. Lo que les une y les condena a amarse como si la vida les fuera en ello y no hubiese un mañana es la fibrosis quística.
El debutante Justin Baldoni, otro actor que se pasa al otro lado de la cámara, ya había hecho sus pinitos en la realización abordando el seguimiento de una paciente terminal. Conoció a Claire Wineland en un episodio de la serie de televisión “My Last Days”, y antes de su fallecimiento el pasado año pudo ejercer como asesora de su ópera prima. Quienes se sientan interesados por esta figura real que ha inspirado “Five Feet Apart” (2019), sepan que protagoniza el mediometraje documental titulado simplemente “Claire” (2019).
En la ficción melodramática predomina la intensidad que emana de la paradoja existencial de un primer amor que también es el último. El trastorno respiratorio genético que padece la joven pareja les impide tener contacto físico, tal como anticipa el título, y les obliga a vivir una experiencia puramente platónica. Encuentran alivio, más allá de los tratamientos experimentales sin margen para la esperanza, en su pasión al límite de la razón y de la salud vital.

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