Hegoi BELATEGI

DIVERSIÓN Y SACRIFICIO, LOS VIDEOJUEGOS COMO PROFESIÓN

Los videojuegos han pasado de jugar «a la maquinita» a convertirse en un fenómeno del entretenimiento. Atrapa a muchas personas, pero solo unas pocas pueden con convertir su afición en oficio, un trabajo muy exigente.

No hace tanto que la terminología relacionada con los videojuegos se limitaba a palabras como consola, Arcade, play y poco más. Hoy en día, gaming, streaming o esports son solo tres de las palabras más conocidas de un amplio abanico de términos que le trabarían la lengua a cualquiera. Y es que los videojuegos son uno de los fenómenos de entretenimiento electrónico más recientes, bastante más reciente que la televisión o la radio, pero que vive una constante evolución. El gaming se ha convertido en la alternativa de ocio favorita de muchas personas y en la opción de vida de otras pocas, que muy difícilmente puede generar honorarios. Aunque excepcionalmente hay quien consigue hacer de jugar a un videojuego una actividad muy lucrativa.

Y es que se ha pasado de jugar unas partidas a ‘la maquinita’ delante de la pantalla a ver a gente jugar a videojuegos en la televisión de pago, entre el canal fútbol y el de las películas de estreno. Algo está pasando. Ahora hay gamers que se asemejan más a deportistas de élite o cantantes que a una tribu urbana. Para gran parte de la población, especialmente para quienes crecieron en la era analógica, todo esto les pasa desapercibido. Y lo que saben suele ser una mezcla de estereotipos y desconocimiento. Guste o no, parece que los videojuegos no solo han llegado para quedarse, sino que además se están diversificando y evolucionando, hasta el punto de entremezclarse con otros campos millennials como el de los youtubers e influencers. Quizás lo interesante no sea el gamer cuya partida retransmiten a millones de personas, sino todo lo que genera a su alrededor la nueva generación de videojuegos.

Alexander González (Bilbo, 1993) cuyo ‘nombre de batalla’ es Mezuky, es uno de esos gamers que ha hecho de su afición a los videojuegos su estilo de vida y de los esports su sustento, sea directa o indirectamente. Antes de profundizar más hay que dejar claro que gamers no son solo jugadores profesionales, sino cualquier persona que juega videojuegos; y esports o deportes electrónicos son competiciones de deportes competitivos, o una serie de juegos que por la dimensión alcanzada se le da una estructura de competición. Explica Mezuky que, en la actualidad, son cuatro las modalidades que despuntan. «Los más populares son los juegos de estrategia, los MOBA, los shooter, que son juegos de tiros, y los juegos deportivos».

El bilbaíno, fundador de la asociación Eusko Esports, tiene una triple faceta: forma parte de un equipo y tiene algunos patrocinadores que le costean parte de sus gastos; desde su asociación, organiza actividades y encuentros relacionados con los videojuegos; y fomenta el uso sensato de los videojuegos, ya que es responsable de gaming de la iniciativa Pantallas Amigas, cuyo twitter cuenta con más de 36.000 seguidores.

Mezuky, que se las sabe todas, observa, al contrario de lo que pueda parecer, bastante «potencial». Así que hay vida más allá del masivo Euskal Encounter. «Uno de los primeros y más grandes eventos de deportes electrónicos del sur de Europa, el Gamegune, se desarrolló en Bilbao y llevan unos 25 años organizándolo», señala.

El panorama de los deportes electrónicos en Euskal Herria va desde eventos cuyos premios oscilan entre los 10.000 y los 25.000 euros, a actividades de carácter popular. Y es en ese trecho entre lo amateur y lo ‘profesional’ donde más se mueve Eusko Esports.

Cantera de jugadores

Si bien el objetivo principal es pasarlo bien, Eusko Esporst también se dedica a «preparar» gamers que destaquen por su capacidad. Así pues, cualquier evento puede ser una buena oportunidad para hacer coaching y ampliar cantera. «Hay gente que siendo amateur tiene ciertas características que bien enfocadas pueden llevar al jugador a ser profesional». Incluso tienen rutinas de entrenamiento e indicadores de rendimiento. Puede que los deportes electrónicos no impliquen actividad física, pero su jerga se parece a la de un director deportivo.

En cualquier caso, González es humilde y, consciente de que su asociación se enfoca principalmente en voluntarias y voluntarios, y aunque han tenido resultados positivos, considera que están en Segunda B.

Otra de las similitudes entre deportes electrónicos y no electrónicos, y que conviene tener muy presente, es que muy pocos llegan a cumplir el objetivo de ser profesionales y ganarse la vida con ello. El número de gamers profesionales en Euskal Herria puede contarse con los dedos de las manos. «Hay de uno a seis jugadores profesionales, no más. Para mí ser profesional, significa ser contratado por un club tener un sueldo y que me paguen la Seguridad Social».

Él ha conseguido hacer de su afición su oficio, aunque para ello ha tenido que trabajar en tres empleos prácticamente a la vez.

Pantallas canguro

Todo lo que Mazuky tiene de profesional lo tiene de responsable, ya que es plenamente consciente de que no es oro todo lo que reluce y que, mal gestionados, los videojuegos pueden tener consecuencias negativas. «A diferencia de otros malos hábitos, este no es tan ‘destruyevidas’, pero, en efecto, la adicción a los videojuegos es una realidad», indica. En su opinión, gran parte de los problemas provienen de haber utilizado las nuevas tecnologías como canguros en la infancia.

González, que fomenta el uso responsable de los videojuegos, considera que cada vez se delega más la educación de los más pequeños a las nuevas tecnologías y muchas veces sin supervisión.

Entiende, también, que muchos prejuicios asociados a los videojuegos están relacionados con costumbres establecidas. «Se nos dice que pasar una tarde jugando a videojuegos es perder el tiempo. ¿Pero se supone que pasar la tarde en un bar bebiendo cerveza y viendo el fútbol es mejor?

Tras las cámaras

Mucha gente no entiende el game streaming, es decir, el hecho no de jugar, sino de ver a alguien jugando en directo. Hay quien no le encuentra sentido, pero recuperando la analogía futbolística (y salvando las distancias) ¿tiene mucho más sentido ver a 22 personas dándole patadas a un balón? Realmente no hay tanta diferencia, salvo que la o el futbolista en cuestión habrá corrido unos 10 km. Grabando una partida quizás también se sude, dependiendo de la tensión de cada uno.

Ainhoa Azkue Ibarguren (Orereta, 1996) conocida como @NebuNebukai o Nebukai, se ha destacado en los últimos años como streamer en las plataforma Twitch. «Básicamente se trata de retransmitirme jugando y también hay un chat donde la gente puede interactuar». Azkue llegó a ser partner en Twitch, es decir, le hicieron un contrato y recibía una retribución. También ha sido streamer en OmnisClub y Tinybuild y, sobre todo, ha apostado por los juegos indie o independientes, una manera de dar a conocer temáticas y creadores diferentes.

Con 23 años es toda una veterana que lleva «desde los cuatro años con un mando en la mano». A inicios de 2016 empezó a stremear de manera esporádica, pero tardó poco en darse cuenta que eso de grabarse jugando se le daba muy bien. «Veía tan claro que me iba a ir bien que en octubre de 2016 decidí dejar la carrera que estaba estudiando. Me fijé como objetivo ir a por el partner y me puse a tope».

Bajo un estricto horario que en muchas ocasiones se acercaba a una jornada laboral completa, Azkue se grababa durante horas. Y en enero de 2017 aplicó a un partnership en Twitch, como quien aplica a una beca. Logró su objetivo de ser partner en mayo de 2017 y desde entonces ingresa dinero. «Puede dar para vivir, pero también quita mucha vida», reconoce.

Ainhoa Azkue ha conseguido progresar en un mundo mayoritariamente masculino, donde además la gran mayoría de espectadores son hombres heterosexuales. La cosificación y el acoso están a la orden del día. «Normalmente streameo en sudadera o pijama, pero un día decidí ponerme una camiseta ajustada y automáticamente todo el chat se convirtió en un ‘unga unga’, y todo por un cambio de camiseta».

Las pocas streamers que hay tienen que soportar que se les juzgué su partida por cómo van vestidas. «Los videojuegos no dejan de ser un reflejo de la sociedad», constata Azkue.

Cómo afronta cada streamer estas situaciones depende de cada una de ellas, pero la realidad es que este acoso condiciona sus grabaciones. «Ahora no sé cómo actuaría, pero en aquel momento decidí usar solo sudaderas. Simplemente para que nadie pudiera decirme que lo que conseguí fue por enseñar las tetas en el stream», manifiesta Ainhoa Azkue.

Y dice ahora porque Nebukai ya no hace streaming, por lo menos no de una manera constante.

Probablemente sus seguidores se sorprendieron cuando el 10 de julio, de repente, anunció que lo dejaba. Como los cantantes de reggaetón, solo que ella iba en serio.

Volver a la diversión

«Twitch mina mucho. Puedes estar un montón de tiempo trabajando, pero si fallas unos días puedes perder todo lo que habías construido», explica.

Un trabajo más explotador que el de una ETT, un grado superior, otro empleo y tres horas de sueño diarias acabaron por convencer a Azkue de que algo tenía que cambiar. Sin darse cuenta, la diversión se había convertido en obligación y, por ende, la motivación original que le llevó a streamear dejó de tener sentido. Así que primero desapareció unos días y luego soltó la bomba. No es que lo vaya a dejar del todo, ni de forma definitiva, simplemente va a volver a disfrutar de lo que hace.

El streaming se parece a un programa de televisión; solo se ve el resultado y no las horas de trabajo que hay detrás. Y luego está la imagen que tiene la gente desde fuera. «Los seguidores piensan que acumulamos un dinero impresionante. Y luego la gente que no es aficionada directamente cree que jugamos a videojuegos en lugar de hacer algo mejor. Hasta que mis padres vieron que había empresas que me contactaban, no se lo tomaron en serio», relata.

Lo cierto es que Ainhoa Azkue ha terminado un poco quemada. Pero no se arrepiente de nada y considera que ha sido una experiencia positiva. Se marcó un objetivo, lo consiguió y durante un tiempo, su vida se centró en su gran afición, algo que muchas personas querrían. Probablemente le ha llevado a vivir cosas que de otra manera no hubiese experimentado. Ahora su vida transcurre de forma algo más tranquila; un grado superior y un trabajo, algo más acorde a una persona de 23 años. Los videojuegos siempre seguirán ahí, para cuando quiera divertirse. Porque siempre que se respete a los demás, cada cual se divierte como quiere.