Imanol INTZIARTE
DONOSTIA

Plan para aligerar en el área educativa el peso de los «niños y niñas de la mochila»

Las especialistas Esti Amenabarro y Marian Bilbatua presentaron ayer una unidad didáctica que pondrán a disposición de la comunidad educativa para tratar la realidad de los menores cuyos progenitores se encuentran encarcelados a cientos de kilómetros.

Lunes sin ir a clase, viajes de cientos de kilómetros en los asientos traseros de un coche o una furgoneta, deberes del fin de semana sin hacer, pérdida de actividades deportivas u otras extraescolares… Y juntando todo cansancio, mucho cansancio. Mental y físico.

Es lo que sufre el centenar, algo más, de «niños y niñas de la mochila»; menores vascos que tienen a alguno de sus progenitores o a los dos en la cárcel. Menores que, además de la falta del referente paterno o materno en el hogar –inherente a la pena de prisión–, sufren el castigo añadido del alejamiento. Y las consecuencias se aprecian también en la escuela.

Por ello, ayer se presentó en la Facultad de Educación de la EHU-UPV en Donostia una unidad didáctica elaborada por las especialistas Esti Amenabarro y Marian Bilbatua, un documento en el que se analizan las necesidades de estos menores de edad «desde el punto de vista de la educación inclusiva».

Han tratado de crear «una herramienta dinámica» para afrontar «una realidad que está ahí, pero de la que no se ha hablado». Para ello, han contactado con profesores que abordan este tema en sus clases «cada uno de la manera que mejor sabe». Hasta ahora no existe material, ni formación específica.

«Generar entornos»

El documento aporta un diagnóstico, aunque matiza que «cada niño o niña es diferente, tiene sus propias necesidades, incluso siendo de la misma familia. Hay que generar un entorno para que puedan hablar de sus experiencias, de sus miedos… Hay que implicar a las familias».

El siguiente paso será presentar esta unidad didáctica a las instituciones responsables del ámbito educativo y ponerla a disposición del profesorado. Siempre con el objetivo de que, más pronto que tarde, su uso no sea necesario porque ya no queden niños y niñas con su mochila a cuestas cada fin de semana.

Inaxio Oiarzabal (Sare) lamentó que en los dos últimos años el número de afectados apenas ha variado, contrariamente a las previsiones. Como ejemplo reciente puso el de Jon Enparantza, alejado de Zaballa a Estremera pese a que tiene cinco hijos e hijas menores de edad.