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ESTOCOLMO

Los «puntos negativos» del modelo sueco

La reforma del sistema de pensiones que entró en vigor en Suecia en 1999 ha sido el modelo evocado por Emmanuel Macron como referencia de cara a defender la implantación de un modelo universal por puntos en el Estado francés.

En el país nórdico, el conjunto del arco parlamentario secundó esa evolución del modelo, con la excepción de la izquierda excomunista y los ecologistas.

Con el argumento omnipresente de hacer sostenible la financiación de las pensiones ante el aumento de la esperanza de vida, la clase política sueca dio el paso de implementar un sistema por puntos que combina el reparto (régimen general) y la capitalización, y que asume el aumento progresivo de la edad legal de jubilación.

Un cambio de paradigma que marca un antes, con cotizaciones que se modulaban en función del montante de las pensiones abonadas (calculadas sobre los 15 mejores años) y el nivel de pensiones garantizado, y un después, en el que las cotizaciones son fijas pero el montante de la pensión ya no está garantizado, dado que éste depende de la edad en la que se coge el retiro laboral –con bonificaciones para quien alarga su carrera profesional y descuentos para quien opta o se ve obligado a pasar a la jubilación– y del índice de crecimiento económico.

«Los responsables políticos ya no están obligados a financiar las pensiones sacando el dinero de las arcas del Estado y, además, se evitan cualquier responsabilidad en el ajuste del nivel de las pensiones», critica, en declaraciones a la agencia AFP, la representante de la Federación de Jubilados (SFP Seniorerna) Anna Eriksson.

Las pensiones del régimen general, indexadas sobre los salarios, se revalorizarán a 1 de enero de 2020 en un 2,1% en Suecia.

«Estábamos absolutamente abocados a reformar un modelo generoso pero que costaba demasiado», asume Eriksson, aunque, a la vista de los resultados, añade: «Yo no aconsejaría en ningún caso a los franceses que copiaran nuestro sistema».

Cotizaciones fijas

El nuevo modelo sueco reposa en tres pilares: reparto, capitalización y ahorro. El índice de cotización total se eleva al 18,5% del salario. La mayor parte de esa cantidad (16%) se consagra a financiar el régimen general de pensiones (“allmänpension”), mientras que el 2,5% restante se destina a un régimen por capitalización vía fondos de pensiones (“premiepension”).

El dispositivo se completa con un régimen de ahorro empresa a empresa que se negocia en el cuadro de los convenios colectivos (“tjänstepension”). Este último representaba en 2017 alrededor de 25% del valor total de las pensiones abonadas y esa parte no cesa de aumentar desde entonces. El empresario abona el equivalente al 4,5% del salario. Un 90% de los trabajadores suecos está sujeto a este dispositivo.

Pensiones más bajas

Cuando el trabajador cesa en su actividad laboral, el montante de pensión cotizada se divide por el número de años que le queda por vivir, de acuerdo a la curva de esperanza media de vida, lo que da como resultado el importe que recibirá cada mes.

Cuanto antes se jubile una persona menos elevada será su pensión y, claro está, cuanto más alargue su edad de jubilación (a partir de 65 años) más elevada será, debido a distintas bonificaciones e incentivos fiscales.

Sin embargo, el valor de la parte de las cotizaciones depositada en los fondos depende del rendimiento de estos. El año pasado el rendimiento medio de esos fondos fue negativo (-3,4%).

Desde la entrada en vigor del sistema, las pensiones han bajado en tres ocasiones (2010, 2011 y 2014), al acusar los efectos colaterales de la crisis financiera.

Además de incidir en las cotizaciones, la reforma sueca juega con la edad de jubilación.

Actualmente se sitúa en los 65 años, pero debería pasar a 67 en 2026. La edad media efectiva de paso a la jubilación se sitúa ahora mismo en los 64,6 años.

A partir de enero próximo, la edad en la que podrán hacen valer sus derechos de jubilación, siempre con penalización, pasará de 61 a 62 años, antes de un nuevo aumento que se situaría en los 64 años allá por 2026.

«El sistema obliga a trabajar cada vez más sin tener en cuenta la situación del mercado laboral o la dureza del trabajo, lo que hace que personas que han trabajado 40-42 años reciban unas pensiones bajas», resume Eriksson.

Si bien el sistema fue diseñado para que el régimen general garantizara al trabajador una pensión que equivaldría al 60% del salario que percibía al final de su carrera profesional –así era antes de implementarse la reforma–, dos décadas de vigencia del nuevo modelo permiten concluir que la percepción equivale en la actualidad al 45-50% de la última nómina, siempre según las estimaciones de la SPF.

Sin contar el ahorro privado, la pensión de jubilación media tras pago de impuestos es de 13.500 coronas (1.280 euros). O lo que es lo mismo, apunta Anna Eriksson, «la mitad de los jubilados tiene percepciones que solo supera en 150 euros el umbral de pobreza».

Retroceso en igualdad

Según datos de Eurostat, correspondientes a octubre de este año, un 16,1% de la población sueca de más de 65 años está amenazada de pobreza, frente a un 9,5% de los jubilados franceses.

Pese a predicar lo contrario, las mujeres han pagado el peor precio de esa reforma en la que se inspira Macron, ello en un país que ha sido referencia en políticas de igualdad. Según un informe publicado en 2014 por la PRO, la mayor federación de jubilados, el 80% de las personas que perciben la pensión de garantía, reservada a los salarios más bajos, son mujeres.