Dabid LAZKANOITURBURU

Del aparato estatal a la Presidencia argelina tras una abstención récord

Marchas multitudinarias denunciaron el nombramiento de Abdelmajid Tebboun, un «aparatchik» que fue primer ministro con Bouteflika como presidente del país, tras unas elecciones en las que la abstención superó el 60%. El movimiento Hirak, que promovió el boicot, exige un cambio político real.

Una marea humana salió a la calle en Argel para denunciar los resultados de las elecciones presidenciales que, con una abstención oficial récord de más del 60%, dieron la victoria con un 58,15% de los votos emitidos a Abdelmajid Tebboun, un ex primer ministro del apartado y octogenario presidente Abdelaziz Bouteflika.

Tras el llamamiento al boicot del movimiento Hirak, solo el 39,9% de los votantes previamente inscritos fue a las urnas, 10 puntos menos que en los comicios que en 2014 dieron el cuarto mandato a Bouteflika, y que registraron ya entonces la mayor abstención desde la implantación, en los 90, de un sistema electoral multipartidista.

Según un corresponsal de AFP, la afluencia a la protesta en el 43 viernes consecutivo de movilizaciones desde febrero era similar, cuando no mayor, a la de hace una semana, cuando una multitud desfiló en el centro de la capital para rechazar las elecciones presidenciales.

Al grito de «¡Fuera Tebboun!», los manifestantes no ahorraban críticas contra el que hizo carrera en el aparato estatal a la sombra de Bouteflika y que aspira a convertirse en el primer presidente de Argelia que no es un antiguo combatiente de la guerra de independencia contra el Estado francés.

«Presidente cocaína»

Los manifestantes no ahorraban calificativos contra Tebboun, «un ladrón peor aún que Bouteflika». Internautas ironizaban sobre el «presidente cocaína», en alusión a un hijo suyo, encausado y encarcelado por tráfico de un cargamento con cientos de kilos de esta sustancia.

Según los resultados oficiales, Tebboun venció sin necesidad de una segunda vuelta y derrotó al candidato islamista moderado, Abdelkader Bengrina, que no contaba en los pronósticos, y que se quedó en un 17,38%. El también ex primer ministro Ali Benflis, quien fue purgado por Bouteflika y aspiraba a la victoria con el voto de seguidores del Hirak, quedó tercero con un raquítico 10,55%.

El movimiento dio comienzo ayer mismo en Twitter a una nueva campaña con los lemas «Tebboun no es mi presidente» y «el Hirak continúa».

Y es que, además de no votar por el opositor de última hora Benflis, el movimiento asegura que el poder (pouvoir) habría incluso inflado el nivel de participación. Y prometen seguir saliendo a la calle hasta lograr una verdadera transición.

El tímido papel del movimiento islamista

Principal fuerza de oposición en los noventa, los islamistas se debaten entre la institucionalización y el entrismo en el movimiento Hirak, en el que tienen una posición marginal.

Divididos en facciones, el MSP no apoyó a ninguno de los candidatos mientras el FJD, que tampoco presentó candidatura, apoyó a Bengrina.

Inmerso en una fase de autocrítica, el movimiento islamista busca desmarcarse tanto de los imanes pro-régimen como de la influencia de la corriente salafista.

Algunos de sus portavoces, como el histórico líder del FIS, Ali Belhadj, han abandonado el lema «el islam es la solución» por la reclamación de un «Estado civil».Su objetivo sería forzar una coalición con parte del movimiento Hirak, en una estrategia que recuerda a la de los Hermanos Musulmanes en Egipto, que llevó a la Presidencia al ya desaparecido Mohamed Morsi, e incluso a Ennahda en Túnez. Muchos comités locales islamistas se han sumado a las marchas y a los eslóganes del Hirak.

Pero si pensaban que el candidato islamista moderado Bengrina podría ser una pieza a jugar de cara a una segunda vuelta, la jugada no les ha salido. Lo que conjura el riesgo de que oposición y poder se aliaran contra el islamismo, como ocurrió en el golpe de Estado en Egipto.D.L.