Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Spy Cat»

Una Marnie que no era ladrona

De los hermanos Lauenstein conocíamos su largometraje “Luis y los alienígenas” (2018), que llevaba al terreno de la comedia animada una historia de platillos volantes que parodiaba la ciencia-ficción, mientras que en “Spy Cat” (2018), película a la que le ha costado más tiempo estrenarse, hacen lo propio con el género de espionaje. Las paradojas de la distribución han hecho que este modesto título coincida en la cartelera navideña con “Espías con disfraz” (2019), una todopoderosa producción del estudio de animación Blue Sky para Fox-Disney con la voz estelar de Will Smith, frente a la que no tiene absolutamente nada que hacer. Y si me apuran un poco más, en cuanto al protagonismo de los felinos e refiere, también se las ha de ver con el musical “Cats” (2019), que utiliza efectos de CGI de puro cine fantástico.

“Spy Cat” (2018), que en su versión original alemana se titula “Marnies Welt”, en el mercado anglosajón “Marnie’s World” y en Latinoamérica “Agente 00-Gato”, como comedia de acción que es maneja un humor acelerado y escatológico solo apto para el público menor. Pero los Lauenstein no se han olvidado de sus acompañantes adultos, introduciendo guiños a la franquicia primero televisiva y luego cinematográfica de “Misión Imposible”. También satiriza a los reality shows de la pequeña pantalla mediante un concurso en el gallinero, dentro del que la eleminación supone en servir para engordar el caldo. Y cuenta con referencias cinéfilas a las películas del maestro Hitchcock, especialmente a “Marnie, la ladrona” (1964).

Antes de convertirse en la superagente 00-Cat Marnie es una gata doméstica que únicamente conoce el mundo exterior por la televisión, y ella se cree que las historias bondianas que ve ocurren en el mundo real. Cuando deja de ser una mascota mimada y es enviada a una misión por el hermanastro de su dueña se junta con tres aventureros.